Todo
está bien, si todo acaba bien. El proyecto para la construcción de la Escuela
Calosci para Adolescentes en Makueni, Kenia, financiada, en parte, por la
Fundación Polaris World, es un buen ejemplo de las dificultades con que se
topan muchos proyectos, ciertamente necesarios pero no suficientemente
planeados, de ayuda al desarrollo. Pese a todo, la constancia del promotor del
mismo, el padre Charles Kyallo, parece haber llevado la obra a buen puerto.
Makueni
está a 173 km . de Nairobi, la capital. El acceso, mediante una carretera nueva es
relativamente bueno. Situado en una zona de difíciles condiciones
climatológicas, el clima es semi-árido, con lluvias irregulares. Es un lugar
muy caluroso donde abundan los mosquitos; el agua es un gran problema. La gente
de Makueni práctica el cultivo de subsistencia en pequeña escala, única y exclusivamente, para
su propio consumo. La mayor parte de las familias depende del trabajo ocasional,
las tasas de desempleo son muy elevadas. La falta de medios motiva que muchos
jóvenes dejen de estudiar al no poder pagar los colegios. Debido a unas sequías
prolongadas y unas lluvias irregulares la gente sufre porque carece de recursos básicos,
en parte los alimentos. Cuando se avanza
hacia el interior, la situación es más precaria. Las dificultades de acceso a
la alimentación se han agravado en los últimos años por las sequías pertinaces.
Este
proyecto comenzó en el año 1998, con un encuentro entre las familias Calosci (Italia)
y Mutua (Kenya) con la intención de ayudar a las muchachas pobres y huérfanas,
victimas del sida, en este pueblo relativamente cercano a la capital del país. Primero
se compró el terreno para hacer unos locales donde alojar talleres de aprendizaje.
Se comenzó por la construcción de un local muy sencillo, completado en el 2000,
al que el año siguiente se añadió otro a modo de oficina. Entró en
funcionamiento en el 2002, con la asistencia de las diez primeras alumnas
huérfanas. A partir del 2003 se edificó una segunda clase y en el 2004, un
pequeño dormitorio que acogió dos niñas, enfermas de sida, y tres huérfanas.
Pese a ampliaciones posteriores del dormitorio, en el 2007, cuando el colegio
tenía ya 58 muchachas, sólo 40 tenían acceso al internado.
Las
muchachas que ingresan a esta escuela son de familias pobres, huérfanas, muchas han sufrido maltrato, algunas víctimas de violencias sexuales, allí donde han
trabajado de criadas o niñeras. Normalmente, tienen entre 12 y 13 anos. Aunque en el
orfanato de madre Tecla, las instalaciones adyacentes donde se recoge inicialmente a las
huérfanas, algunas de ellas tienen menos de 10 años, con la problemática
adicional de estar enfermas de sida.
Fue
en el 2008, cuando los promotores solicitaron la colaboración de la Fundación
Polaris World para la construcción de los cimientos y la planta baja de unos
locales más adecuados y, sobre todo, más amplios que sirvieran de dormitorio. La Fundación accedió a esa
financiación por un valor de 28.524 euros. El objetivo final era la creación de
un espacio para más de 100 muchachas internas en el nuevo dormitorio y dotar al
internado de libros, una biblioteca básica,
para ayudar a las adolescentes en su aprendizaje en talleres de sastrería,
costura, cocina, informática, entre otras labores. Está previsto que las
internas realicen pequeñas aportaciones monetarias a fin de pagar el salario de
los maestros.
Debido
a numerosas dificultades financieras, la Fundación, de manera excepcional tuvo
que adelantar tres cuartas partes de los fondos (lo habitual, por razones
administrativas, es adelantar el 50% y liquidar la otra mitad al concluir las
obras) a principios de 2011, con la condición de que antes de fin de año, los
promotores cumplieran con su compromiso, es decir, negociar con los
contratistas el que la liquidación final tuviera lugar una vez que la Fundación
recibiera pruebas fehacientes de que la obra hubiera sido completada en su
totalidad.
Efectivamente,
hace unos días, la Fundación ha recibido el Informe Final, con la descripción
de los trabajos realizados, un informe de auditoría local (esto resulta que es
también un caso excepcional, previsiblemente la influencia británica) y fotos
donde se puede apreciar el progreso de la obra. Enfrente de una bonita terminación,
algunas de las alumnas, junto con los promotores de la misma, saludan
gozosamente al fotógrafo y por extensión, a los socios y colaboradores que han
hecho posible este final feliz.