domingo, 30 de diciembre de 2012

TREINTA Y DOS ALUMNOS DE FORMACIÓN PROFESIONAL BECADOS POR LA FUNDACIÓN POLARIS EN BAMAKO (MALÍ)

Alumnos practicando deporte (Imagen: RSM)

Mamadou, Ousmane, Dramme, Kalifa Emma, Abdoul Karim, Fidele, Alassane y Jean son los nombres propios que, hasta un total de 32 alumnos, han recibido para este curso escolar el apoyo financiero de la Fundación Polaris World en cuanto estudiantes del Centro de Formación Profesional Père Michel, regido por los salesianos en Bamako, la capital de Mali.

Aunque la Fundación Polaris ha otorgado estas becas durante los últimos años por valor de 3.000 euros, dadas las especiales circunstancias que vive el país, con especial incidencia entre los jóvenes (algunos de ellos han preferido abandonar sus estudios y alistarse en las milicias populares) y las enormes dificultades que están encontrando para continuar sus estudios, de forma excepcional, el Patronato de la Fundación decidió elevar este año su aportación hasta los 6.000 euros.

Las becas se han repartido entre los alumnos de forma diferente, dependiendo de sus circunstancias particulares, para atender a gastos de escolaridad, alojamiento, alimentación, transporte y otros. Según el P. Felipe Aparicio, administrador del colegio “este año nos hemos visto desbordados por los que vienen con lo puesto o que deberían retirarse porque no tendrían ni comida ni para pagar el alojamiento (en el internado) o una otra casa para dormir, hay otros que debemos darles algo para que puedan venir y volver a casa que no está cerca, para otros les hemos tenido que comprar cuadernos y bolis para que puedan asistir a clase, mientras que para otros hemos adquirido  zapatos y jerseys para el fresco, en invierno, las temperaturas no son tan altas”.

Como la modesta aportación de la Fundación Polaris no ha sido suficiente, los salesianos han aportado otros 3.000 euros para alcanzar los, aproximadamente, 9.000 euros que han sido necesarios para financiar las becas de los 32 alumnos seleccionados, atendiendo también, como es natural, a su aplicación académica. La beca, de alguna manera, representa una compensación para los más necesitados que, además, son buenos estudiantes.

El Centre Père Michel posee una larga tradición académica en la ciudad y es muy conocido en todo el país dado que muchos estudiantes, una vez finalizada la formación profesional, regresan a sus lugares de origen. No es raro, por ejemplo, encontrarse en Bandiagara, a unos 800 kilómetros, con un mecánico de coches que agradecido por la formación recibida repare, de manera gratuita, el pinchazo del “jeep” del Centre Père Michel en desplazamiento por la zona.

Alumnos realizando prácticas agrarias (Imagen: FSM)
Otros dos organismos españoles, Amigos de Mali y Red Integral Solidaria apoyan a los estudiantes con diferentes aportaciones económicas, o como es el caso de la sevillana Red Solidaria mediante la instalación de una flamante sala de informática. Los más de cuatrocientos alumnos realizan estudios de mecánica,  electricidad, soldadura y agricultura. Precisamente para la formación de los estudiantes en técnicas agrarias el Ayuntamiento de Cartagena cedió el año pasado un tractor usado para rastrillar las playas de La Manga que ahora es usado para las prácticas de algunos de los alumnos becados en la granja de Moribabogou, situada a unos 30 kilómetros de Bamako.

martes, 18 de diciembre de 2012

EL POZO DE LA “NUEVA LUNA” (MALI): PRIMEROS CENTÍMETROS EXCAVADOS EN LA SABANA SAHARIANA


Como toda actividad comunitaria llevada a cabo entre los dogones, la etnia mayoritaria a Okana (Nueva Luna) se comienza por una ceremonia donde se mezclan los aspectos civiles y religiosos y en la que participan todos los habitantes del pueblo. En este caso, la ceremonia comunitaria es la señalización para la excavación de un pozo, trabajo coordinado por la Fundación Polaris World, denominado de “gran diámetro”, financiado en su totalidad (unos 11.000 euros) por un grupo de amigos de Los Dolores, en Cartagena.

Como se puede observar en las imágenes llegadas recientemente, los más ancianos del lugar discuten y debaten, sentados en torno a un árbol, el lugar ideal para la excavación del pozo. No sin que antes el zahorí, en muchas ocasiones coincide con la persona de más edad, haya indicado el lugar que él considera más propicio para encontrar agua. Así pues, la elección del punto exacto para iniciar la obra se apoya tanto en la experiencia de la edad, como en la invocación a los espíritus protectores, que en la religión animista dogón conforman un panteón notablemente complejo. En este caso, el punto elegido se sitúa muy cerca del antiguo pozo tradicional (por contraposición al pozo de “gran diámetro”), fácilmente distinguible por el arco que forman unas gruesas ramas de árbol nudosas y curvas que, dada la poca profundidad, es en realidad un aljibe para recoger el agua en la época de lluvias.

En cualquier caso, es evidente, que la certeza no es total, aunque hasta el presente, por fortuna, los pozos ejecutados por la Fundación Polaris, una veintena en los últimos dos años, se han saldado con un porcentaje de aciertos del 100%. Bien los chamanes han sido muy receptivos a la inspiración divina, bien la experiencia de los ancianos en las diversas aldeas ha resultado imbatible. O quizá ambas cosas a la vez.

Impetrado, acordado, elegido el sitio –según los poceros, formado por un pequeño grupo de profesionales que se encargan de la excavación en sí, una vez que la gente local ha señalado el dónde- calculan, y raramente se equivocan, encontrar agua en torno a los 45 metros de profundidad. Si todo va bien, anillarán con cemento armado los primeros metros, para que no se derrumbe, dado que el terreno es muy arenoso y protegerán la abertura con un brocal de un metro, dotado de una polea para extraer el agua.

Pero antes de que los poceros profesionales empiecen a excavar realmente, los habitantes de la aldea se arremolinan alrededor del sitio elegido. En un círculo casi perfecto, trazado con una azada, se suceden el chamán (ogón), la persona más anciana de la aldea y el responsable municipal, que ejerce las funciones de alcalde. Normalmente, como es el caso y se puede apreciar por las imágenes, ahora están en la estación seca, no volverá a llover hasta junio, ni una sóla gota. Previsiblemente, si todo va bien, antes de que acabe el período de sequía, en un par de lunas nuevas, Okana dispondrá de un pozo en condiciones. Sólo quedará, entonces, que el grupo de amigos de Los Dolores decida qué nombre otorgar al pozo. Aunque casi se podría adivinar… El círculo en la arena está marcado. ¡A excavar!

jueves, 13 de diciembre de 2012

POZO DE SUPERVIVENCIA EN ERDSADJA: LA ALDEA DEL "BUEN SABOR"


Érase una vez dos hermanos que buscaban, cada uno por su lado, el lugar idóneo para vivir, un sitio donde asentarse, con disponibilidad de tierras cultivables, agua fresca y caza abundante. El benjamín encontró un sitio que le pareció muy apropiado. Tomó un puñado de tierra del suelo, al lado de un arroyuelo, y la paladeó con la punta de la lengua. Al poco tiempo vino su hermano mayor, a quien le anunció que “este lugar tiene buen sabor (Ersadja); es un lugar agradable para vivir porque tiene lo esencial: la tierra, el agua y la caza, deberíamos quedarnos aquí mismo y no buscar más”. Así que los dos hermanos decidieron asentarse en aquel lugar y la naciente aldea se quedó con el nombre de Erdsadja.

Desgraciadamente, el arroyo que llevaba el agua cristalina, hace muchos años que dejó de correr. Cuando eso ocurrió, los habitantes lograron sobrevivir, sobreviven, de hecho, excavando un pozo en la arena del antiguo cauce, donde a unos diez metros, en la época seca, todavía se conserva una pequeña capa freática, la cual, obviamente, no reúne ni las condiciones sanitarias adecuadas, ni tiene para nada el caudal adecuado para la población actual. Además, el pozo, más bien una poza que recoge las aguas durante la época lluviosa, termina por derruirse cada año. Los habitantes de Erdsadja afirman que, en cualquier caso, no pueden cavar más de 10 0 12 metros con los utensilios de que disponen.

Hace medio año, la Fundación Polaris World, tras la solicitud del alcalde, Bureima Sagare, decidió financiar la excavación de un pozo en condiciones adecuadas de salubridad, de unos 35 metros para que dispusieran de agua todo el año, dotado de anillos de cemento armado para que no se hundiera y brocal para mejorar la limpieza de los alrededores y del propio pozo. El costo de la obra, encargada a Daniel Kene, un pocero local y veterano conocido de la Fundación Polaris World, para quien ha excavado ya media docena de pozos con un porcentaje de éxito del cien por cien, se elevará, cuando esté finalizada, a 17.430 euros. A esta cantidad, como es habitual, se añaden unos 1.500 euros aportados por los propios lugareños, además de su colaboración en las diversas tareas de construcción, más alojamiento y manutención, como dicta la tradición, de los poceros. La obra, comenzada con el final de la época de las lluvias, mediados de septiembre, estará terminada para el nuevo año.

El pueblo de Erdsadja se encuentra en la meseta de Bandiagara, centro de Mali, en la región que hace frontera con el gran desierto del norte, ocupado en la actualidad por islamistas. El clima, de tipo saheliano semidesértico, se caracteriza por 3 estaciones: una corta estación de lluvia de cerca de 3 meses, una estación fría de 2 meses y una larga estación seca durante los 7 meses restantes del año. El pueblo está sometido a la influencia de 2 vientos: el harmatán durante la estación seca, y el monzón durante la estación de lluvia. La pluviometría media anual es de alrededor de 450-500 mm. La insuficiencia de la pluviometría y su irregular repartición en el espacio y en el tiempo ralentiza la producción agrícola. La degradación del medioambiente y sus efectos son perceptibles: desaparición de los grandes árboles, fracaso repetitivo de campañas agrícolas. La población está formada esencialmente por un 95% de dogones, la etnia mayoritaria en la zona, y una minoría de peulhs (pastores trashumantes). Sus habitantes, en condiciones siempre extremadamente precarias, se dedican a la agricultura, la ganadería, la artesanía y el pequeño comercio.

Una vez finalizada la construcción del pozo, las mujeres y los niños evitarán la ardua tarea de tener que dedicar infinidad de horas a la búsqueda del agua potable en los pueblos vecinos. Segundo aspecto, pero no menos importante, la disponibilidad de agua potable, de manera permanente, permitirá luchar contra las enfermedades derivadas de la falta de agua potable y favorecerá el modesto desarrollo económico y social de la población. Conscientes de su importancia, los habitantes de Erdsadja, la aldea del Buen Sabor, han organizado un Comité de Gestión que se responsabilizará del mantenimiento del pozo, especialmente, la limpieza del perímetro del mismo, evitando los excrementos de los animales, y de desinfectar el pozo con regularidad.

martes, 4 de diciembre de 2012

FINALIZADO, EN AZUL RADIANTE, LA REHABILITACIÓN DEL CENTRO DE SALUD DE BARAPIRELI (MALI)


Quizá haya tardado algo más de lo previsto pero, finalmente, la rehabilitación del Centro de Salud de Barapireli, en plena llanura del país dogón ha sido concluida con éxito la semana pasada. La reforma se hacía necesaria por dos razones principales, su antigüedad, que con el paso de los años le habían convertido en vetusto y, en segundo lugar, la acuciante necesidad de ampliación para servir a una comarca donde el índice de natalidad es extremadamente alto.

El proyecto, aprobado por el patronato de la Fundación Polaris World a principios de 2011, requería fondos, según la entidad solicitante, la parroquia católica de Barapireli, por encima de los 30.000 euros. Finalmente, se acordó financiar el proyecto con 11.835 euros restringiendo la ayuda a las reformas más urgentes y elementales. Durante la visita de los miembros de la Fundación a las instalaciones, en diciembre del año pasado, se pudo observar que la petición de ayuda estaba bien fundada. Incluso se debatió la idea de si no hubiera sido mejor tirarlo por completo y edificarlo de principio a fin. La decisión final, que ahora ha llegado a buen puerto, fue reconfirmar la inicial: ampliación de las instalaciones y un remozado completo de pintura, limpieza e higienización de la parte más antigua. Como se puede ver claramente por las imágenes recién llegadas, el color intensamente azul cielo, con el que se ha repintado el antiguo color ocre, muestra claramente el calado de la reforma y de las nuevas instalaciones.

El Centro de Salud, construido poco después de 1958, será, de esta manera, mucho más funcional, además de cumplir con las normas que el ministerio de Salud maliense había requerido para seguir prestando su apoyo financiero. Entre otros aspectos mejorados, se pueden señalar: renovación de la sala de espera, renovación completa de pintura, electricidad, sanitarios, techo, puertas y ventanas. Se ha aprovechado la ocasión para ampliar la maternidad, cambiar el techo de la farmacopea para aislarlo mejor, una rehabilitación completa de las salas de los enfermos (pintura, puertas, ventanas, techos). Finalmente se ha rehabilitado la fosa séptica y arreglado la cisterna de agua

El Centro de Salud Comunitario, aún en sus condiciones poco adecuadas, ofrece cobertura a una población que se extiende sobre una superficie de 8.150 km2, aproximadamente la extensión de toda la provincia de Almería. La mayor parte de la población, en torno al 90%, está constituida por agricultores, el resto son pastores. El poder adquisitivo es de mera supervivencia a través de mijo, alguna pequeña verdura y poco más.

El contexto social y político enfatiza la necesidad de mejorar la salud de los habitantes, en sus aspectos más básicos, sobre todo para las franjas más frágiles de la población: las mujeres y los niños, si bien los recursos para tales objetivos son, en la práctica, inexistentes.

Con la reforma y la ampliación el Centro de Salud Comunitario se reforzará la lucha contra el paludismo, una de las enfermedades más extendidas, y la mortalidad infantil. Al mismo tiempo, permitirá una mejor prevención, formación y eventuales análisis en la lucha contra el SIDA. El Centro, que se apoya en la parroquia para una mejor gestión, funciona con sus propios recursos: a través de modestos pagos por las consultas, venta de productos farmacéuticos y algunas donaciones del exterior. La rehabilitación del Centro de Salud permitirá su continuidad durante otros cuantos años. Casi sesenta años después falta hacía.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

LA RED INTEGRAL QUE UNE SEVILLA CON BANDIAGARA (MALI)

Equipo de Red Integral Solidaria en Mali (2010)

“El verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos”, afirmaba Henry Ford que tan bien versado estaba en ambos aspectos. Red Integral Solidaria, la ONG sevillana, cuyo nombre, son profesionales de la informática, no podía haber sido mejor escogido, han decidido llevar a la práctica tal afirmación. Desde hace varios años han ejecutado varios proyectos en el norte de África y, últimamente, en Mali. Aprovechando sus desempeños profesionales y numerosos contactos con empresas del sector recuperan material en condiciones aceptables de uso, que ellos mismos ponen en perfecto estado de revista para ser usado, como si de nuevo se tratara, en escuelas de formación profesional africanas.

La disponibilidad de este material es, como resulta fácil suponer, todo un lujo para alumnos que ya de por sí tienen dificultades de escolarización, cuanto más para adquirir ordenadores o material similar. Si faltaba la guinda en la tarta de esta cooperación al desarrollo, que podríamos calificar como de un nivel más sofisticado, el grupo de amigos, pues básicamente la ONG está conformada por un pequeño grupo de conocidos del Aljarafe sevillano, la ponen con el soporte informático que ofrecen desde la misma ciudad de la Giralda, a miles de kilómetros de donde se han instalado los equipos. Esta red de solidaridad –nunca mejor dicho, en el sentido metafórico y literal- complementaria resulta esencial pues de otra manera, entre virus, manipulaciones poco adecuadas y desactualización del “software” se corre el peligro de que a los pocos meses, incluso semanas, de su instalación los equipos resulten inservibles.

Bandiagara es la capital del « país Dogón” en Mali, localizada en un altiplano rocoso cuya capita administrativa es Mopti, muy conocida por los turistas debido a su cercanía al impresionante acantilado del mismo nombre.  La población, unos 30.000 habitantes está constituida, como ocurre en el resto del país, por jóvenes, en la zona mayormente de las etnias dogón y peul (pastores trashumantes). La formación de estos jóvenes, el grado de escolarización es relativamente algo, es impartida en un instituto público, una escuela pública, tres privadas. Además se está construyendo un centro de formación profesional. 

El acceso a los medios informáticos es prácticamente inexistente, salvo por una pequeña sala de ordenadores montada en la parroquia católica, gracias a los esfuerzos del cura, Pascal Kapilimba, quien se las ha apañado, mal que bien, para acarrear desde Europa una decena de ordenadores, como se suele decir, “cada uno de su padre y de su madre”. Dado que constituye la única sala de formación para los muchachos, el sobreuso y dificultades para actualizar el “software” está haciendo que los equipos funcionen, cuando funcionan, cada vez peor. Pese a todo, el responsable del centro, Jacques Guindo, se las arregla para impartir cursos a los que los chicos ávidos, asisten asiduamente.

Aquí entra en escena la Fundación Polaris World, en esta ocasión como mera intermediaria para hacerse cargo del transporte (el envío de un contenedor de 20 piés puede costar unos 5.000 euros y  más de un rompecabezas burocrático) desde España y gestionar, con el párroco, que los amigos de Red Solidaria Integral puedan instalar los equipos en las mejores condiciones posibles. Para ello, desde la Fundación se está gestionando el transporte, junto con material diverso que en las próximas semanas se prevé enviar a Bamako, la capital maliense y, desde allí, hacia el norte, a Bandiagara, situada a 700 kilómetros. No obstante, el envío del material se puede demorar pues la situación política en el país subsahariano es muy inestable, se habla de una inminente intervención militar, con lo que el material se enviará cuando haya una cierta garantía de que llegará sano y salvo a su destino. De hecho, Bandiagara está situada en lo que se podría denominar “frontera” con la parte del desierto ocupada por los extremistas islámicos.

Si todo va bien, en unas semanas la parroquia de Bandiagara, el compromiso es que el centro esté abierto a los muchachos de la ciudad, sean o no católicos, dispondrá de 22 ordenadores, más los 10 que ya posee en la actualidad. De esta forma, algunas de las clases en las que participan entre 60 y 80 alumnos resultarán más fáciles de impartir. Si la disponibilidad económica lo permite, se instalará, asimismo, un proyector para facilitar la impartición de la enseñanza a tan gran número de alumnos al mismo tiempo.

Los beneficiarios del proyecto serán los jóvenes de la escuela privada, los de las dos escuelas públicas de la ciudad y los adultos que manifiestan un interés en aprender la informática. De esta forma, gracias al esfuerzo y conocimientos técnicos de Red Solidaria Integral, con el modesto apoyo logístico de la Fundación Polaris World, se pondrá al alcance de la juventud bandiagarense las herramientas informáticas dignas para que se abran al mundo de la tecnología, todavía « incognita terra » para muchos de ellos. El objetivo es conseguir que parte de los alumnos que reciban la formación académica puedan usarla después para sus pequeños negocios, ya que estos conocimientos constituirán un valor añadido para gestionarlos.

La viabilidad del proyecto esta garantizada por el gran numero de jóvenes que quieren aprender. Como todo aprendizaje pide un esfuerzo, a los beneficiarios de la formación se les pedirá una pequeña aportación monetaria con el objetivo de asumir el mantenimiento del material informático y el salario de los formadores. La parroquia –cuya credibilidad en materia de gestión esta mas que confirmada- se encargará de la gestión de la sala. Sala que dado el interés que los propios jóvenes ponen en ella para su mantenimiento y limpieza, no tiene nada que envidiar a cualquiera de las existentes en Europa para fines similares.Salvo que la obsolescencia de los equipos y el mantenimiento de los mismos no es el ideal.

Desde las riberas del Guadalquivir, Antonio Gil y su equipo de expertos informáticos de Red Solidaria Integral, se encargarán que los equipos funcionen correctamente para que los chavales de Bandiagara tengan una oportunidad profesional única porque como decía el genial fabricante del Ford T, el verdadero progreso es poner la tecnología al alcance de todos. Especialmente de aquellos que, de otro modo, jamás tendrían acceso a la misma.

domingo, 18 de noviembre de 2012

DESDE LOS DOLORES DE CARTAGENA AGUA PARA LA NUEVA LUNA EN MALI

Habitantes de Okana, delante del pozo tradicional

La aldea de la Nueva Luna (Okana), en plena llanura dogón del África subsahariana, en Mali, está separada de Los Dolores, en Cartagena, por 4.938 kilómetros, si se toma la carretera de la costa por Senegal y Marruecos. Estaba, más bien. Porque desde esta misma semana, el interés de un pequeño grupo de empresarios dolorenses hará posible que las distancias se acorten notablemente, una vez que finalice la excavación del pozo de subsistencia que han financiado en un rincón perdido del Sáhara. Lo mismo que acortarán su camino las mujeres y niños que hasta la fecha están recorriendo una quincena de kilómetros para buscar el agua en las aldeas vecinas.

El pueblo de Okana, incardinado en la parroquia de Pel, pueblo más grande situado a 30 kilómetros, a través de cuyo grupo de poceros se realizará la obra que comenzará esta semana y terminará en unos tres meses, pertenece a la alcaldía de Dougotoné II, muy cerca de la frontera de Burkina Faso. Los habitantes de Okana provienen del cercano acantilado de Bandiagara, donde debido a la inexistencia de tierras para cultivar, se vieron obligados a descender a la llanura arenosa, donde, sí, hay tierras, pero apenas si hay agua. El nombre otorgado al nuevo asentamiento, cuya traducción, en el imaginativo lenguaje local, significa la Nueva Luna, quiere señalar que las nuevas generaciones de la aldea se propusieron entonces vivir unidas y en una solidaridad inquebrantable, según cuentan los ancianos del lugar.

Las etnias principales son los dogones (sedentarios) y los peulh (pastores nómadas). El pueblo nunca ha tenido, desde su fundación, ningún pozo fiable, excepto uno de tipo tradicional: en realidad un aljibe. Recoge el agua de lluvia, pero una vez entrada la época seca, los habitantes, principalmente mujeres y niños, deben desplazarse a las aldeas vecinas para recoger agua. Esto, a veces, crea disputas agrias con los otros pueblos que, ciertamente, tampoco poseen abundancia de agua. Se dan casos, en determinadas épocas, donde las mujeres (los hombres jamás realizan esta tarea) tienen que pasar más de 7 horas por jornada a la búsqueda del agua, con desplazamientos a otras aldeas vecinas, a unos 10 o 15 kilómetros de distancia.

La excavación del pozo, de unos 45 metros de profundidad, financiado por el grupo de amigos dolorenses, beneficiará a numerosas personas, tanto a los habitantes sedentarios de las aldeas, como a las familias trashumantes de ganaderos, además de a otras poblaciones vecinas. Sin olvidarse de que el excedente de agua significará un alivio para la cabaña animal, bovina mayormente, y que constituye el segundo medio de subsistencia tras la agricultura, Los trabajos serán ejecutados por el equipo de “Proyectos de pozos Pel/Segué”, que está instalado en Pel, bajo la coordinación de Cáritas Diocesana de Mali, sede de Mopti. Hasta el momento, los trabajos que la Fundación ha llevado a cabo con este experimentado equipo se han desarrollado a la perfección. Nunca han surgido problemas con estos poceros habiéndose obtenido un 100% de eficacia en la decena de pozos que la Fundación Polaris ha ejecutado hasta el presente. Como beneficio adicional, cabe señalar que el trabajo remunerado de los poceros permite la subsistencia de media docena de familias.


El clima es de tipo subsahariano, caracterizado por una estación seca bastante larga y una estación lluviosa de unos tres o cuatro meses (de junio a septiembre). La pluviometría es muy variable, aunque se advierte que cada año es menor. Así, en el último decenio en el partido judicial de Koro, donde están asentadas las poblaciones, el mínimo algunos años se ha situado en 156 mm. Mientras el máximo ha podido alcanzar, aunque han sido años muy raros,  los 848 mm. El problema es que desde septiembre hasta junio no llueve absolutamente nada y la sequía causa unos efectos devastadores. Los beneficiarios directos serán los 2.600 habitantes que, según el último censo, habitan en la zona donde se construirá el pozo. Y los indirectos, todos habitantes de las diferentes pedanías y asentamientos localizados en la comarca, así como un gran número de peulhs, los pastores trashumantes que van y vienen por el desierto según las estaciones de lluvias y la abundancia de pastos.

Los benefactores dolorenses aportarán la totalidad de la financiación del pozo: 11.947 euros, mientras que los habitantes de Okana aportarán su trabajo en especies así como el alojamiento y manutención de los poceros durante los tres meses previstos para las obras. La Fundación Polaris se encarga de los trámites bancarios y de coordinar todo el proyecto para que llegue a buen puerto. Para ser exactos, a buen agua.

martes, 13 de noviembre de 2012

LA FUNDACIÓN CONCEDE BECAS A 20 ALUMNOS DE FORMACIÓN PROFESIONAL EN THIES (SENEGAL)


El Centro Don Bosco en Thies (Senegal) es una escuela de formación profesional en el barrio de Medina Fall, con 118 alumnos en las ramas de Mecánica General y Electrotécnica, donde la Fundación Polaris –se trata del cuarto año consecutivo que se otorgan estas becas- financia, con 3.000 euros la escolarización de jóvenes desfavorecidos a fin de propiciar su inserción laboral, un asunto generalmente complicado, incluso con cualidades profesionales bien probadas.

De los 20 alumnos que han recibido las becas de estudio, por valor de unos 150 euros cada una –la escolarización anual se sitúa en los 280 euros- 9 de entre ellos estudian electricidad (segundo y tercer curso), mientras que el resto se especializan en mecánica, excepto 2, la mayoría en cuarto y último curso de formación.

Muchos de entre ellos proceden de familias con problemas importantes, incluso algunos de ellos han sido echados del hogar. Asimismo, los escasos recursos financieros de los padres hacen que, si no fuera por este modesto apoyo de la Fundación Polaris World, no podrían finalizar sus estudios de formación profesional, cuyos costos en el país son inasequibles para la gran mayoría de los alumnos.

Según comunica el responsable de la formación, Theodore Afantodji, salesiano y director del Centro, los alumnos becados en años anteriores han sabido responsabilizarse en sus deberes académicos, participando, además, en las diferentes actividades culturales, deportivas y las salidas de formación para visitar instalaciones industriales en las cercanías, como las minas de fosfatos de Thies o las de las Industrias Químicas de Senegal. Estas visitas técnicas han puesto a los alumnos en contacto con la realidad práctica de la industria senegalesa y, con ello, han podido conjugar sus conocimientos teóricos de las clases con el de la vida cotidiana en algunas empresas representativas.

Las clases comienzan a las 8 de la mañana y finalizan a las 2 de la tarde. El seguimiento académico de los alumnos es realizado por profesores muy veteranos en estas lides, lo que permite asegurar una formación teórica y práctica con un nivel muy adecuado. De hecho, el curso pasado el 87,87% de los alumnos superaron el examen estatal, lo que según Afantodji, “nos motiva todavía más para ofrecer una formación de calidad a los alumnos. Con las becas, podrán dedicarse al estudio, sin otras preocupaciones cotidianas, y darán lo mejor de sí mismos”. En todo caso, los alumnos, de entre 17 y 24 años, 5 son chicas, tienen que procurarse los libros y el transporte hasta el Centro.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

FINAL MÁS QUE FELIZ PARA 3 POZOS DE SUPERVICENCIA EN PLENO DESIERTO DEL PAIS DOGON


Cáritas Mopti, perteneciente a la diócesis que ocupa el centro de Mali, ha dado por finalizado, con éxito, el triple proyecto (tres pozos de supervivencia en Iweré, Ganssogou y Tina) localizado en pleno desierto del Sáhara maliense, en una zona muy inhóspita de la llanura dogón, conocida así por el nombre de la etnia que habita la zona.

Los  tres pueblos, con una población de unos 1.300 habitantes cada uno, tenían una necesidad, literalmente vital, de agua. Que por lo demás no se encontraba muy lejos, dado que la capa freática se encuentra en torno a los 60 metros. Pero por carencia de medios técnicos y financieros, el agua es como si no existiera. Se daba el caso, como en Tina, donde el acceso al agua hubiera sido posible si la bomba, estropeada desde hacía años, se hubiera puesto en funcionamiento.

De este modo, los objetivos específicos de este triple proyecto, facilitar el acceso al agua potable, complementado con una mínima formación sobre higiene y el buen uso de tan escaso recurso como es el agua, Cáritas los considera sobradamente cumplidos. De hecho, en cada una de las tres aldeas, se ha conformado un Comité de Gestión que se encarga del mantenimiento de las infraestructuras y del buen uso de las mismas.

Tanto las actividades de formación, como la excavación del propio pozo, con un énfasis especial en la construcción del brocal y un anillado en hormigón armado para que la arena no termine por cubrirlo, ha sido llevado a cabo por un equipo especializado en tales menesteres de la parroquia católica de Pel, a la que pertenecen los tres pueblos que, por lo demás, son de mayoría musulmana.

Durante el tiempo que ha durado la excavación, realizada de forma sucesiva, un grupo de una quincena de habitantes de los poblados han prestado su mano de obra para abaratar los costos, mientras que las mujeres aportaban agua y alimentos para los trabajadores. Para animar a éstos en su ardua tarea, ocasionalmente se organizaban danzas tradicionales con el tam-tam.

De hecho, varios miembros de la Fundación Polaris que visitaron el pozo de Iweré el pasado diciembre, cuando aún no estaba construcción tuvieron ocasión de celebrar con los habitantes de la aldea la alegría que significaba tener un acceso fácil al agua, en lugar de tener que buscarlos en las aldeas vecinas recorriendo, a veces, decenas de kilómetros.

Según Cáritas, las mujeres, las más beneficiadas por la construcción de los tres pozos han mostrado una implicación especial en la gestión de los Comités de Gestión. Como nota adicional, pero no menos importante, gracias al fácil acceso al agua han podido elaborar volúmenes importantes de compostaje que han resultado muy beneficiosas para los cultivos.

La Fundación Polaris ha aportado algo más de 30.000 euros para la excavación de los tres pozos, unos 10.000 euros para cada uno, mientras que los propios vecinos han colaborado con 1.500 euros, mayormente, en especies con su colaboración en tareas de apoyo a los poceros.

sábado, 6 de octubre de 2012

El pozo de supervivencia de Baratiguiri (Mali), finalizado



Pese al ligero retraso sufrido por la inestabilidad política existente en la zona, el pozo de Baratiguri, en Mali, financiado por la Fundación Polaris, ha llegado a buen puerto a finales de septiembre. Las obras comenzadas el 10 de junio finalizaron la semana pasada. La necesidad de agua en la aldea era tal, que los poceros, ayudados por los habitantes de la zona, han estado trabajando en la obra, incluso durante la temporada de lluvias, cuando, normalmente, la actividad se suele paralizar. El 23 de julio, la población que tenía que andar 4 kilómetros para buscar el agua en el pueblo vecino, se topó con el agua en el pozo que estaban excavando.

Los trabajos de excavación se han ejecutado sin mayores dificultades, salvo la necesidad de disponer de agua en abundancia para fraguar el cemento del anillado. La única solución era, cómo no, andar cuatro kilómetros al pueblo de al lado para acarrear el agua para la obra. Finalmente, el pozo, con una profundidad de 45 metros, tiene 5 de agua, cantidad suficiente para abastecer a la población local y usar el excedente para la abundante cabaña ganadera.

En las imágenes del desarrollo y ejecución de la obra se observa un verdor inesperado en la región, el cual no se debe al agua del pozo, sino a que las imágenes, habiendo sido tomadas al final de la época de las lluvias, muestran árboles y cereales reverdecidos. Se advierten, claramente, espigas de los campos de mijo, poco antes de ser cosechadas. En claro contraste con las imágenes iniciales, cuando la obra comenzó poco antes del verano.

La historia del pozo comenzó, a finales de 2011, con la carta enviada por  Abdaluye Togo, firmada con la yema del índice, pedáneo del pueblo en el municipio de Dougotené II, en la región dogón de Mali. “Estimado Sr. Director de la Fundación Polaris”, rezaba, con el aire ceremonioso, heredado de la época colonial francesa, “tengo el honor de solicitar de su inconmensurable bondad un pozo de gran diámetro (la traducción menos literal de esta curiosa expresión equivale a un pozo con brocal de cemento armado y anillado en hormigón durante los primeros metros, con el propósito de que no se desmorone). El pedáneo aducía, con lógica aplastante las necesidades: “efectivamente, con una población de cerca de 530 habitantes, mi aldea sólo posee un pozo tradicional (es decir, excavado directamente en la arena, sin ningún tipo de soporte armado, con lo que tras un corto período de tiempo se ciega), que sirve no solamente a las necesidades de agua potable (esto es un decir) de los habitantes, sino también para abrevar la cabaña de animales: 205 vacas, 600 ovejas y conejos, 7 caballos y 3 camellos”.

El sentido de la estadística de las autoridades malienses es, siempre, sorprendente. Cuando se trata de contar, no se andan con rodeos o vaguedades, sea animales o personas, sea la influencia francesa o su propia cultura, las precisiones son extraordinarias. Ya quisieran muchos pueblos españoles conocer con tanta exactitud el número de perros y bovinos. Como sorprendente es que las ovejas se metan en el mismo grupo que los conejos. O viceversa. Como es habitual en la región, el pozo, como afirma el señor pedáneo también es usado por los pastores “peulh” (trashumantes).

Un asunto no menor ya que, con frecuencia esta itinerancia, dada la escasez de agua es fuente (disculpas por el juego de palabras) frecuente de conflictos. Hace unas semanas, no muy lejos de Baratiguri, ya en la frontera con Burkina Faso un conflicto de estas características, en este caso la etnia no era peulh, sino otro grupo de trashumantes, terminó en una pelea y una decena de muertos. Así que la explicación del señor Togo no es banal. “En razón de todo lo anterior, a través de un servidor, la población espera contar con su comprensión y su solidaridad”. Baratiguri, 3 diciembre 2011.

Con el pozo terminado, éste ha sido el último año en el cual los 530 habitantes de Baratiguri, camellos, conejos y animales varios hayan confiado únicamente en la lluvia del cielo para su supervivencia. La Fundación Polaris World aprobó en su momento una financiación de 10.352 euros para la excavación del pozo, con una profundidad de unos 60 metros, que al final han sido algunos menos. En la llanura arenosa, la capa freática se suele alcanzar, sin problemas, a esa profundidad. Como en ocasiones precedentes, la financiación de la Fundación Polaris se ha visto acompañada por una aportación importante, por modesta que sea, en torno a los 1.500 euros,  de los propios habitantes de Baratiguri.

Esta contribución se hace generalmente en especies, materiales y alojamiento de los poceros. Los poceros, muy experimentados, pertenecen al grupo de excavación de la parroquia católica de Pel, encabezada por el padre Leon Douyon, a la que está adscrita la aldea de Baratiguri. El pueblo también se ha comprometido, el sentido comunitario de los habitantes, como en toda la región, es admirable, a constituir el Comité de Gestión del Agua, para vigilar que el mantenimiento del pozo, una vez terminadas las obras, se haga correctamente, tanto del uso del mismo como de los diversos aspectos de higiene y sanidad.

Desgraciadamente, en los últimos meses el país ha quedado dividido en dos “de facto”. No muy lejos de Baratiguri comienza la “frontera” instaurada por los fundamentalistas islámicos que se han apoderado de la mitad norte del país. Para pagar los honorarios de los poceros, dado que los bancos están cerrados en la zona, el corresponsal de la Fundación Polaris en Mali tiene que hacer un viaje de ida y vuelta hasta Bamako (1.600 kilómetros en autobús) para obtener el dinero enviado desde Murcia. Pero esto es un mal menor.


domingo, 23 de septiembre de 2012

La Escuela Maternal de Gao (Mali) arrasada por extremistas islámicos

Desde principios de 2011, la Fundación Polaris World había financiado la construcción de una escuela maternal en Gao, noroeste de Mali, una zona siempre conflictiva pero que durante los últimos años había permanecido en una calma razonable. Con el impulso de Sor María Mallo, una valerosa religiosa gallega de la congregación de Saint Joseph de Cluny, el proyecto había llegado a feliz término. El curso 2011-2012 había comenzado en unas instalaciones sencillas, pero mucho más acogedoras que los precedentes cobertizos de cañizo. Desgraciadamente, en la primavera de 2012, diversos grupos extremistas de carácter islamista ocuparon la zona norte de Mali. Siendo Gao una de las tres principales ciudades, junto con Tombuctú y Kidal, la ciudad, a orillas del Níger, fué rápidamente tomada por grupos fuertemente armados. La comunidad religiosa pudo escapar en los últimos instantes, evitando así el ser capturadas. No obstante, las instalaciones que cumplían una función fundamentalmente social y educativa fueron destruídas. Recientemente, llegó a la Fundación Polaris World, una carta de Sor María Mallo, fechada en Niamey, Níger: "Estimados amigos, como creo que ya saben hemos perdido todo en Gao. Nos han quemado todo lo que teníamos y por una horita ya estábamos en las manos de los terroristas. En dos coches de los Padres Blancos pudimos escaparnos a las 9 de la noche y estuvimos encerrados los padres y nosotras de 9 de mañana a 9 de la noche. Luego, cuando hemos llegado a Hombori nos han tirado y las balas nos resbalaban en el parabrisas y las paredes del coche. Hemos visto muchos muertos, muchos. Gracias a Dios pudimos salvarnos. Cuando pueda le mandaré todo lo que pueda como cuentas. Pues como le dije, nos quemaron todo. Gracias por todo lo que han hecho por nuestra misión, que el Señor les bendiga" 

lunes, 23 de julio de 2012

JORNADA VIII: DE CÓMO ZURRAR LA BADANA A TODO UN SEÑOR OBISPO (Y FIN)


En un viaje anterior de la Fundación Polaris World a Mali, febrero de 2010, pese a nuestras reticencias para apoyar la solicitud de la maternidad de Dougabougou, como a unos 40 kilómetros de Segou, en un desvío de la carretera general de Sevaré a Bamako, se terminó por acceder a la solicitud, esencialmente, por dos razones que no tenían que ver, estrictamente hablando, con el proyecto en sí, si no, con la persistencia y la diligencia de Monsignore Agustín Traoré, el obispo de la diócesis. Durante una extensa conversación juró y perjuró, es una forma de escribir, que el proyecto de la maternidad para los 17.000 habitantes de Dougabougou era prioritario, urgente y absolutamente necesario. En realidad, la solicitud no encajaba del todo con los fines y el contexto donde la Fundación Polaris World lleva a cabo sus actividades. La localidad dista bastante de estar situada en una zona rural, uno de los condicionantes para colaborar en los proyectos que se presentan. Por más que no forme parte de una metrópolis, tiene la nada despreciable cifra de 17.000 habitantes y una industria azucarera, aunque esté de capa caída, pero que está a años luz de los medios rurales en donde la Fundación se mueve habitualmente.

A la persistencia apuntada se sumó su formidable diligencia. Para encontrarnos, se tomó la molestia –dado que nuestra agenda en aquel viaje estaba muy constreñida y no nos permitía encontrarle en otro momento- desplazarse muy de madrugada desde Bamako, a donde había llegado la noche anterior, procedente de una de esas reuniones panafricanas que son tan del agrado de… los africanos. Sean políticos, militares o eclesiásticos. Así que, en aquella ocasión, se pasó desde las siete de la mañana hasta las once para convencernos de que tras las negativas de Manos Unidas, de otra organización católica alemana y una protestante francesa (¿o quizá era al revés?), la Fundación Polaris restaba su única tabla de salvación para sacar adelante el proyecto que los habitantes de Dougabougou llevaban esperando años. Nos hizo una descripción tan lastimosa del dispensario de la fábrica azucarera, por lo demás el único, aunque miserable, espacio para sanar los cuerpos en veinte leguas a la redonda, que casi tememos perder el alma si no asumíamos el proyecto. Aconfesional, apolítica, etc. etc. como es la Fundación Polaris, el hecho de que nos convenciera el obispo era irrelevante, podría haber sido un imán o un ogón (jefe animista de las aldeas) siempre que se comprometieran a realizar las instalaciones en un plazo razonable de tiempo. ¿12 meses, Sr. Obispo? No, en seis, tal como se describía en la solicitud, afirmó como quien recita el sursum corda de carrerilla.

Aunque de aquellos barros estos lodos, que se suele decir. En el ínterin nos enteramos por casualidad de que una ONG francesa –de arquitectos especializados en instalaciones hospitalarias- de Rennes ya había mandado al obispo más allá de donde el Señor perdió las chanclas porque no hubo manera de que aceptara ciertas condiciones que pretendían mejorar el proyecto original, al cual nosotros con la fe del carbonero nos habíamos sumado.

Casi dos años después, los persistentes en este caso habíamos sido nosotros, requiriendo imágenes del progreso de la obra: que menos que un fugaz correo anunciando cómo van las cosas, una foto de móvil para decirnos que aquello estaba en marcha, hasta una factura de mala muerte que echarnos a la auditoría para justificar el 50% del coste total del proyecto nos hubiera podido servir. Ná de ná que dicen en la huerta murciana.  Por lo tanto, aquí estamos con cara de pocos amigos, delante del obispo y su secretario, Robert Diarra (nada que ver con la saga de futbolistas), pidiendo, qué digo pidiendo, exigiendo, el tono del presidente de la Fundación Polaris, monsieur Narcisse no admite dudas,  que nos aclaren, ipso facto, por qué la obra no está acabada, por qué no nos han hecho la mínima comunicación sobre el progreso de la misma, por qué no envían ninguna justificación de la demora, por qué, por qué.

El tono cortés de la conversación, pero no por ello menos tensa, hace presagiar que Narcisse, humilde y modesto coadjutor salesiano, siervo del Altísimo, además de presidente de la Fundación, haga saltar por los aires todos los conceptos del respeto jerárquico que le enseñaron en el noviciado de la Almunia de Doña Godina, y termine por agarrar de la mitra o del báculo pastoral. Es broma, el obispo lleva la túnica-pantalón “fashion” entre los clérigos locales, aunque la bufanda al cuello (¡en Mali!) invita a un comodísimo arrebato de ira. Nos tememos lo peor, es decir que cuando dentro de un rato vayamos a visitar el sitio nos encontremos al pedáneo del pueblo en medio del mismo descampado donde con un par de gallinas en la bicicleta nos mostró, en su momento, los cuatro mojones donde, supuestamente, se iba a edificar la maternidad y el dispensario.

Obispo, lego, soldado, funcionario, fresador, poco importa la profesión, la etnia, la nacionalidad, incluso hasta el lenguaje: se adivina a cien leguas que el obispo –como tantos otros pillados “in fraganti”- se las ve y se las desea para escabullirse del tercer grado al que le estamos sometiendo, pese a que resulta fácil percibir que se ha encontrado en situaciones similares, donde su zalamero vocabulario busca desesperadamente disculpas implausible, a la vez que se convierte en una refinada semántica de medias palabras y metáforas barrocas. ¿Deberíamos añadir, romanas?. El bueno de Diarra, su segundón, no sabe donde meterse, apoltronado en el mismo sofá que su “boss”, intenta esquivar a toda costa la mirada inquisidoramente zamorana de Don Narcisse, mientras el obispo que luce un curioso mostacho, se diluye en rocambolescos vericuetos de justificaciones tan inverosímiles como increíbles. Nos cita, ahí es nada, hasta el reciente alza del cemento en Camerún, y la inflación que ha sufrido el transporte de mercancía, por obra y gracia, de los camioneros de Burkina Faso para explicar la demora en la construcción. ¡Ay Señor, Señor, no le tengas en cuenta sus mentirijillas, que está internacionalizando un banal problema de simple albañilería!

Lo más sorprendente es que hemos tratado ya decenas de veces con autoridades menores de pueblos perdidos en medio de la estepa sahariana y, aparte de mucho más veraces y sinceros, han resultado incomparablemente más eficaces. Narcisse que, como presidente, está en su derecho y en su deber, no suelta la presa. Ni corto, ni perezoso, lástima que el efecto sorpresa no sea tan inmediato porque la pausa necesaria para aderezar la traducción resta inmediatez: “Señor obispo, déjese de meandros, ¿cuántos meses tardarán en terminar la obra?”. Cortita y al pié. Narcisse, que en su otra vida profesional conoce al dedillo el sentido de la jerarquía episcopal a la que, previsiblemente, tiene en gran respeto, le está cantando las cuarenta a todo un príncipe de la Iglesia católica, apostólica y romana. No salgo de mi asombro, aunque tiene todo mi apoyo moral. El señor obispo mira al acólito, al cura Robert Diarra, quien a su vez remira a su señor, ambos ligeramente desconcertados por la nitidez de la pregunta y el tono, claramente áspero, casi hosco, que seguramente han percibido aunque no entiendan nada de español. No es que Isabelle sea una traduttora, traditora, pero la dulzura del francés difícilmente traslada las rugosas aristas del castellano. Sólo ha faltado un taco, pero no es el momento, ni el lugar para haber exclamado: “Ostia, monsignore, para qué pidió la maternidad si no ha sido capaz de hacerla”. Aunque no me extrañaría que a Don Narcisse se le haya pasado por la punta de la lengua.


Entre la espada y la pared, al obispo ya no le quedan más meandros que circunvalar y termina afirmando, el vocablo exacto sería, confesando, que en tres meses estará la maternidad terminada. Laus Deo. Aunque eso está por ver. ¿Si no han dicho ni oste ni moste en doce, cómo van  a finalizar una obra en tres meses? Salvo que, dado el lugar donde nos encontramos, se produzca una intervención del Altísimo o nos quiera hacer comulgar con ruedas de molino.  Por lo tanto, nos ceñiremos al episodio evangélico de Santo Tomás: Ver para creer.

Rozando el límite de la descortesía, tan grande es el enfado, nos despedimos enfurruñados ¿excomulgados? del obispo, aunque no del acólito Diarra que nos seguirá hasta Dougabougou para inspeccionar “in situ”, la ejecución de la obra. En el camino, nos detenemos en Markala donde hace unos meses la Fundación Polaris había financiado el acondicionamiento de una granja escuela para acoger a 30 familias, esta vez viudas católicas, para desarrollar un proyecto muy parecido al que acabamos de ver en Sevaré con las musulmanas. Esta vez nos acompaña el párroco de Markala, le Père Coulibaly. El proyecto consistía en hacer de la granja parroquial de Markala (5 hectáreas), un espacio de inserción socioeconómica para las viudas de la parroquia y de otras mujeres necesitadas de la zona, a través de actividades como la cultura del arroz, verduras, piscicultura y ganadería porcina y bovina.

La Fundación Polaris financió el proyecto con 25.050 euros, parte de los cuales se emplearon para la excavación de un pozo artesiano, la compra y el montaje de una bomba solar, adecentamiento de parte de los terrenos, adquisición de una motocultivadora (sí, china) y herramientas de labranza. El resto del proyecto lo financió Cáritas Italia. Aparentemente todo se había desarrollado con normalidad, incluso alcanzó un notable grado de éxito, obtenida una excelente cosecha de arroz. Lo que no entraba en los planes ni del párroco, ni en los de la Fundación es que una noche, quizá estrellada, acaso oscura, uno de los guardianes desapareciera con casi toda la cosecha: 50 sacos de arroz. Una fortuna para estas buenas (o malas) gentes. Justo al día siguiente de que las viudas tornadas agricultoras acababan de separar la paja del grano. Aparte de perder la cosecha, esto ha creado agudas rencillas familiares que, según el párroco de Markala, amenazan con desmoronar la totalidad del proyecto. ¡Vaya mañanita tan poco evangélica que llevamos! Y eso que somos aconfesionales, apolíticos, etc. etc. “Sabed que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón, no habría permitido que forzara la entrada a su casa” (Lucas 12,25-59). Amén.

Atravesamos el puente sobre el Níger –absolutamente prohibido por razones militares tomar fotografías de la pintoresca estampa de los pescadores, con agua hasta la rodilla, mientras tiran las redes a la captura del preciado capitán (nombre de pez)- y durante 20 kilómetros continuamos por una pista firme hasta llegar al dispensario de la discordia, el de Dougabougou. El proyecto consiste en la construcción de un centro de salud comunitario (CSCOM) compuesto por tres secciones: edificio de medicina general para hombres y mujeres, edificio de maternidad y pediatría, edificio administrativo y farmacia. En una segunda fase, la idea es que el CSCOM sea ampliable para otros servicios (aquí entraba la ONG de Rennes): quirófano, patio interior, laboratorio, alojamiento de alguna enfermera o matrona. Esta ampliación será necesaria por el hecho de que el pueblo de Dougabougou crece exponencialmente cada año. Se trata, en realidad, de un cruce de caminos donde pueden encontrarse la mayor parte de las etnias de Mali: bambara, peulh, minianka, bobo, senoufo, samogo, mossi, sarakolé.

En Dougabougou no hay centro sanitario. Para recibir cuidados médicos, aquellos que pueden permitírselo, se desplazan a Segou (a 57 km.) o bien a Markala (situada a 22 km.) donde hay un centro de salud bastante mal equipado. Como la zona es de una extremada pobreza, los obreros, una gran parte de la población está empleada por la azucarera, en manos de los chinos, ¡cómo no!, por falta de medios, ni siquiera se pueden desplazar.

La Fundación decidió conceder una financiación de 49. 751 euros, un costo ligeramente superior a la media de este tipo de maternidades dispensarios, situados en torno a los 42.000 euros. Cuando en su momento ya se pidieron explicaciones del sobrecosto se adujeron razones del alza del precio de los materiales y de que los espacios diseñados sobrepasaban las dimensiones habituales de otras construidas en el país dogón. ¡Sea! En octubre del 2010 se desembolsó el 50% y lo que ahora veamos y contemplemos será todo lo que sepamos. Ni fotos, ni correos, ni facturas. In albis, que se decía cuando Monsignore Traoré estudiaba en la Ciudad Eterna.

Para nuestra sorpresa y alivio, aunque los edificios estén un poco deslavazados en su conjunto, con los trazados de las plantas algo dislocados, no tienen mala pinta del todo. Son menos sólidos y algo más chapuceros que los construidos en piedra en el país dogón, pero tienen el aspecto de estar construidos con cierta finura. Falta todavía por terminar la pintura, los aislamientos, algunas separaciones, pero podemos respirar tranquilos. Cómo se las han arreglado para llegar a esto, incluso contando con el alza del transporte en Burkina Faso y el precio del cemento en Camerún es todo un misterio, divino, por supuesto, pero ahí están. Falta, y no es poca cosa, un pozo negro, una cisterna para redistribuir el agua, excavar un pozo para acceder al mismo, el Níger está cerca, así que no será complicado. ¡Que San Agustín, el santo patrono de nuestro querido obispo nos tenga en sus plegarias, porque mal que bien, el dinero ha sido empleado! Insistimos con nuestro amigo Robert Diarra para que enmiende su celeridad en la comunicación: fotos, facturas para abonar el total, un ramito de tamarindo, a modo de hisopo, cuando Monseñor Traoré bendiga las instalaciones. Lo que sea. Algo. Antes de que el Patronato y los auditores nos den un pescozón. Y el sentido común de la responsabilidad debido a los 220 socios de la Fundación.

El secretario episcopal asiente a todo, a modo de los orientales, es decir, sin asentir a nada. Actualización: ha pasado medio año desde entonces y no hemos vuelto a saber ná de ná, como solían decir en la huerta murciana. Guardamos los 25.000 euros del segundo y último pago por si acaso. Porque dudamos mucho de que haya bajado el precio del transporte en Camerún o el del cemento armado en Burkina Faso. O viceversa. Del hisopo de tamarindo, ni palabra.

Relajados, ésta ha sido la última etapa del viaje –ya sólo nos queda que negociar con los artesanos de Bamako la compra de nuestros souvenirs que se decía antes- holgamos con la amable invitación de los católicos de la parroquia, mientras indagamos sobre las misteriosos, o no tanto, destinos que han hecho que los chinos gestionen la mayor azucarera de Mali, el dispensario está a la sombra –otro decir- de sus grandes torres de refino. En la parroquia de Markala, el padre Coulibaly nos invita al enésimo pollo “a la byciclette”. Cerveza Castle en la mesa, estamos salvados. Bendice a los que ya estamos, y haz que no venga nadie más que ya sobramos. Bromas al fin de la peregrinación. Ramonet señala que “esto se va al carajo” (no sabemos muy bien qué, tantas cosas se van al carajo), a Helléne le pide una jota el cuerpo y solicita acompañamiento de djembé para iniciar una danza local. “Lo que queráis, pero en 15 minutos, todos en la carretera”, ordena el mico-mandante.

(FIN)

domingo, 22 de julio de 2012

JORNADA VIII: SOCORRIENDO A LAS VIUDAS Y A LOS HUERFANOS - 1

Mopti es, para los estándares malienses, una gran ciudad, con algo más de 100.000 habitantes debe ser la segunda o la tercera más grande del país, situada en la confluencia del Níger y el Bani. A medias puerto comercial, mercado regional y estación de paso para los turistas que se dirigen al país dogón o a Timbuktú, sus calles cercanas al río muestran una eferverescencia avasalladora, sólo comparable a las principales arterias de la capital del país. Con la notable ventaja de que aquí, la anchura del Níger es tan grande que en algunas zonas, con la neblina matinal, cuesta divisar la otra orilla. Algo que convierte el paisaje reseco de los alrededores en una visión sorprendente, cuasi oceánica, al toparnos con la inmensidad de los dos ríos fluyendo, flotando, se podría decir, en una serenidad fácilmente palpable, bajo la transparente y beatífica luminosidad matinal, exclusivamente africana.

Mopti es una de las regiones más pobres del país, aproximadamente el 72% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Asimismo, la tasa de escolarización es muy inferior al 60% de la media nacional. Otro tanto ocurre con la alfabetización, inferior al ya miserable porcentaje nacional del 30%. Desgraciadamente, otros indicadores como la mortalidad infantil y juvenil, se sitúan por encima de la media nacional. De los pocos indicadores mejores que la media nacional, se puede hablar de la tasa de desempleo, que está en torno al 34%. Eso hasta que cayó el turismo debido a la inestable situación un poco más al norte, los 10.000 turistas anuales dejaban unos 20 millones de euros en la zona, ahora no llegan a cinco.

Hemos dejado por la mañana Bandiagara, apenas distante una seisentena de kilómetros, así que de buena mañana estamos en medio del maremágnum del mercado donde parece que casi todo se vende y se compra en la ribera del Bani. Abel Kassogué, nuestro inestimable corresponsal y guía, oficia de párroco en la modesta catedral que hace las veces de sede episcopal a los católicos de la región. El edificio está muy pegado a la ribera del Bani, así que desde la terraza disponemos de una vista aérea excelente de la zona que hace de puerto y mercado: las transacciones de pescado de agua dulce bajo un sol recio, el bamboleo de las pinazas (al estilo de los vaporettos venecianos, aquí transformados en utilitarias piraguas, que transportan a los nativos de una a otra orilla), el trajín del tráfico en derredor: motos, turismos, camiones. Un “tohu babohu” incomparable con el telón majestuoso del Niger.

Quizá lo más sorprendente es la extraordinaria, a ratos inabarcable, cantidad de agua que se extiende a nuestros pies, hasta donde alcanza la vista. Eso que ahora ya aprieta, aunque no ahogue, la estación seca. Por la tarde tendremos la oportunidad de navegar en una de las pinazas, en un rápido trayecto hasta la otra ribera, donde se asienta la etnia bozo, dedicada en exclusiva a la pesca. La tez de su piel y la fisonomía de sus rostros, con una coloración mucho más negra, es claramente diferente de la de los dogones con los que hemos pasado la última semana o la de los peulhs, los pastores trashumantes con quienes nos hemos encontrado ocasionalmente a la vera del camino por las encrucijadas de la estepa y el desierto.

Abel, él mismo dogón, con la serenidad y calma propia de su raza, pero con la aguda ironía originada en su educación occidental (los dos últimos años de filosofía en Lyon no han caído en saco roto), nos hace un par de demostraciones sobre la curiosa relación que los dogones han establecidos durante años, algunos dicen que centurias, con los bozos, de quienes se consideran primos hermanos. La gracia consiste en que, cuando se encuentran, incluso aunque no se conozcan de nada, se saluden, literalmente, con insultos. No insultos cualesquiera, sino bien rudos y ásperos, metiéndose con la familia y el resto de la parentela en cada frase y en cada vocablo. Algo así como una cantinela continuada de injurias e improperios, comenzando con expresiones semejantes a como qué tal está la desgraciada de tu madre, bien, y el cabroncete de tu padre, responde el interlocutor. Todo dicho como si nada pasara, de hecho nada pasa, tu madre es una perra, dice uno, no menos que la idiota de tu hermana, corresponde con aparente amabilidad el otro. Todo un curioso florilegio verbal que prosigue hasta que la distancia impide oír los comentarios del otro. Si por casualidad están quietos o sentados, la retahíla se hace interminable. Y no se conocían de nada, sólo que se han percatado, para ellos resulta muy fácil, que uno es dogón y el otro es bozo. La sencilla negociación de Abel con una señora de etnia boza que vende pescaítos cocinados a la brasa, en la orilla del río, para comprar una especie de lenguado de río, encadena otra sarta de amabilidades parecidas. Sin que el Níger tan cercano como imperturbable se agite en lo más mínimo.

Quizá todavía algo más impresionante que la anchura del Níger y el Bani a la altura de Mopti reside en el hecho de que mientras tanta agua junta sigue su pacífico curso, sólo unas centenas de metros tierra adentro es el desierto puro. En las fotos aéreas se observa claramente el contraste del curso azul verdoso del río con el ocre pálido de las arenas saharianas, apenas una franja de verde en ambas riberas. Como decía alguien de mi pueblo la primera vez que vió el mar en Santander, ¡lástima de tanta superficie en barbecho sin que se pueda labrar! Aquí la frase podría aplicarse tanto al agua como a la arena.  Es cierto que en algunas zonas húmedas, la región es muy conocida por ello, se ven amplios arrozales –aparentemente gestionados por compañías chinas, lo que solivianta la desconfianza local hacia el imperio comunista- pero tremendamente diminutos comparados con la cantidad de agua que discurre por el cauce. Al atravesarlo por la tarde, la pinaza, movida por un motor fuera borda, tardará casi media hora en alcanzar la ribera opuesta. Así que no es de extrañar que a tres kilómetros de aquí, la Asociación de Viudas y Huérfanos de Sevaré haya requerido financiación (14.273 euros) a la Fundación Polaris World para la excavación de cuatro pozos con los que regar un terreno situado en los suburbios de la ciudad.

En efecto, el proyecto consiste en adecentar el terreno, a modo de huerta, para cultivarlo con unas mínimas garantías de éxito si disponen de agua. Como el río se encuentra cerca, el agua se encuentra a tan sólo 10 metros de profundidad. De esta forma las viudas y los huérfanos, con la modesta producción de verduras (lechugas, calabacines, pepinos, cebolletas), tendrán unos magros ingresos económicos –francamente el terreno no parece que sea gran cosa- que les permitirán llevar una vida ligeramente menos dura. La Asociación liderada por Cisse Nafisatou, una señorona en el mejor sentido literal y metafórico del término, elegante en su vestimenta multicolor, refinadísima en su tocado,  ha comenzado ya la búsqueda de 2 hectáreas a fin de comenzar la sembradura. Para comenzar, ella misma, viuda, ha puesto a disposición de la Asociación un terreno heredado de su marido, tan yermo y seco como el alma de Judas, que se suele decir, aunque aquí, dado que todas las socias son musulmanas, acaso se podría recurrir a la imaginería mahometana, pero casi mejor lo dejamos ahí no sea que alguien se ofenda con las metáforas. Que como vimos días atrás en Orintouno tan difíciles son de traducir y entender.

Para que el proyecto llegue a buen puerto, se preveía la construcción de cuatro pozos, el cercado con una valla de protección y la plantación de árboles en el perímetro que actuarán a modo de resguardo contra el viento. De momento, dos pozos están ya en pleno funcionamiento, tal y como nos demuestran las viudas. Aunque la capa freática esté poco profunda, al final son diez metros de polea cubo a cubo. Aconsejamos a las buenas señoras que acaso sea más conveniente emplear parte de la financiación no en excavar dos pozos más, la finca parece más bien pequeña, sino en comprar un motorcito para extraer el agua.

Al llegar, la señora Nafisatou, claramente una lideresa por la manera de hablar con nosotros y los modos de dar indicaciones a sus compañeras, se disculpa de que no nos reciban con cánticos y redoblar de tambores. De hecho, la fiesta estaba preparada para el sábado pasado, cuando, para desgracia nuestra, nos quedamos tirados en la pista de despegue del aeropuerto de Bamako. Con esta visita cumplimos a rajatabla el programa previsto desde el principio, mico-mandante.  A modo de disculpa nos endosa unos bellos tejidos locales a los hombres para que nos vistamos como los tuaregs, muy abundantes en la zona. A Ramonet con la barba cana, pensándolo bien, no le quedaría mal la túnica, le ungiría  de "seny" y a Narcisse, el presidente de la Fundación, seguro que le otorgaría un aura… de presidente.  Isabelle y Helléne se tienen que conformar con unos artículos más humildes de la popular marroquinería nativa.

Para una mejor asunción de responsabilidades y reparto de cargas, las viudas tienen que pagar una pequeña cuota de entrada en la Asociación y después, según su disponibilidad monetaria, adquieren participaciones en el uso de los terrenos. Básicamente se trata de lograr el acceso, mediante la pertenencia a la asociación, a terrenos cultivables, además de obtener una formación mínima de carácter agrario, así como en técnicas de comercialización de los productos que obtengan. Ambos aspectos en niveles muy elementales. En la asociación hay 178 mujeres y 75 niñas huérfanas. Cada señora tiene su parcelita, aunque no todas las socias disponen de una, que cuida con mimo. El producto está destinado al autoconsumo y en caso de que sobre algo lo comercian en el mercado de Mopti.

Aunque el la tradición islámica prevé un amplio abanico de medidas para la protección de las viudas, desgraciadamente la extrema situación de pobreza y no pocos prejuicios locales hacen tremendamente difícil la vida de las mujeres en Mali, ya dura de por sí, cuando pierden al marido. El problema se agudiza por otros factores como la poligamia y los numerosos problemas ligados a la propiedad de la tierra. Así que los 9.146 euros que, finalmente, concedió la Fundación Polaris World a la Asociación de Viudas y Huérfanos de Sevaré parece una gota de agua en el océano o, por hablar con más propiedad, una gota en los 4.200 kilómetros de Níger. El resto del proyecto, la compra de semillas y la valla de protección que también solicitaban a la Fundación la han conseguido por otros medios. Los huertecicos, ahora tampoco es la mejor época para cultivar, parecen poca cosa para alimentar tantas bocas. Al menos, bien que sintamos cierta impotencia o una pizca de mala conciencia por no poder ayudar más, el agradecimiento de las señoras es bien manifiesto. Insisten en hacerse fotos con nosotros al lado del pozo, al lado de los calabacines, al lado de los huertos, al lado de las berenjenas, a la entrada.

Pocas horas después, mientras visitamos la archifamosa mezquita de barro de Jenné, camino ya hacia el sur, hacia Bamako, somos echados sin contemplaciones de los aledaños del templo por militares impecablemente uniformados. En cualquier caso, la entrada en el recinto está prohibida para los no musulmanes. Cuando pedimos explicaciones, bueno, casi mejor no pedir explicaciones a la autoridad competente que se muestra muy nerviosa y tiene muy malas pulgas, cuando preguntamos por tanto alboroto, alguien acierta a decirnos que en breve va a llegar el general no sé cuantos, vicepresidente de no sé qué para cumplir con sus obligaciones religiosas de media tarde. A los pocos minutos, poco antes de la oración de las cinco, una caravana de jeeps de alta gama, bien armados y relucientes, ríete tú de las comitivas de Hillary Clinton desplazándose del aeropuerto de Bagdad a la Zona Verde, se acerca a la plaza de la mezquita. Los milicianos se despliegan por todo el perímetro de la mezquita, aseguran la plaza del mercado, miran tensos y vigilantes las terrazas de barro de las casas vecinas. En realidad, aparte de nosotros no hay nadie, ni extranjero, ni nativo. Un generalote, más acicalado para desfilar en una parada que para pisar el polvo y la porquería que inunda los alrededores de este Patrimonio de la Humanidad desciende con aires de pavo real. Ya sé que esto se ofrece a la comparación fácil. Cualquiera de estos lujosos vehículos, dejando aparte armamento, kepis y medallas, permitiría la supervivencia de 178 mujeres y 75 niñas huérfanas de Sevaré, durante un año al menos, o tirando por lo bajo, la excavación de 16 pozos. ¿Demagogia occidental? ó ¿África, tan real como la vida misma de todos los días?