Inma Bernal, fallecida hace unos meses, estudió Magisterio y
Psicopedagogía y trabajó como maestra en el Colegio Salesiano de Cartagena. En
su función de presidente de la Asociación Alraso en Cartagena estuvo
comprometida, en cuerpo y alma, durante años con los numerosos emigrantes que
viven en la ciudad portuaria. Muchos de ellos, procedentes de Mali, a quienes
siempre dispensó, a través de una generosidad inagotable, su apoyo, cariño y
comprensión para que, en una tierra extraña, tuvieran un porvenir digno y
humano. Por usar sus palabras, para que se sintieran "un poco menos extranjeros… un poco
más en casa".
En honor a su entrega y solidaridad, la Fundación Polaris World ha
dedicado su último proyecto, la Escuela de Enguela, en el país dogón, noroeste
de Mali, a Inma. Un modesto e insuficiente homenaje para quien tantas horas de
su vida y un infatigable esfuerzo dedicó a los otros, sin preguntar por raza,
origen o religión.
Hace muchos, muchos años, un campesino dogón caminaba por la
meseta áspera y desértica de Bandiagara, en Mali, no muy lejos de lo que hoy es
la frontera de Burkina Faso. El buen hombre recorría aquellos parajes rocosos e
inhóspitos esperando encontrar una tierra mínimamente fértil que cultivar. Al
llegar al sitio que hoy ocupa la aldea de la que hablamos consideró que era el
lugar ideal para asentarse y decidió llamarla Enguela.
En efecto, apreció
aquella tierra como si fuera una esposa, alguien con la que vivir para siempre.
Un lugar ideal para amarlo. Como un novio que quiere vivir siempre al lado de
su amada. Para siempre. De hecho, en dogón, la lengua local, Enguela significa:
“me caso con esta tierra y aquí viviré para siempre”.
Es aquí, en Enguela, donde la Fundación Polaris World ha concluido su último
proyecto. Similar a los que la Fundación Polaris World ha llevado a cabo
últimamente en la misma zona.
Ha consistido en la construcción de tres aulas que reemplazarán los cobertizos (imágenes de la escuela actual y la antigua
en este enlace). También se ha construido una
pequeña oficina para el director, local que, al mismo tiempo, servirá para
guardar un material precioso para los estudiantes: libros y material escolar
que se van heredando de curso en curso. Para completar las instalaciones, se ha
edificado un bloque de tres letrinas, indispensables para la higiene y mejora
de las condiciones sanitarias de los numerosos alumnos. Las tres partes de las
instalaciones pueden apreciarse en las imágenes.
Los habitantes del lugar han aportado, como es costumbre en la
región, mano de obra en tareas no especializadas, además de ofrecer alojamiento
y manutención, siguiendo la tradición local a la cuadrilla de albañiles.
Esto ha permitido abaratar los costos. El coste final, aportado en su totalidad
por la Fundación Polaris World, se ha elevado a 36.800 euros.
Todas las paredes exteriores de los tres edificios se han
revestido de la piedra local, blanca y ocre, tallada, en parte, por los propios
lugareños. Situada en la altiplanicie de Bandiagara, uno de los requisitos
exigidos al constructor ha sido que conservara el medio ambiente y el entorno
paisajístico de la comarca usando material extraído en la zona, de modo que las
nuevas instalaciones no desentonen de las tradicionales construcciones rurales,
todas en piedra tallada.
Los beneficiarios directos del proyecto son los 416 alumnos
matriculados para el curso escolar que acaba de comenzar. Además de Enguela,
muchos alumnos provienen de las aldeas vecinas como Komidolen et Wendjinkoro,
Sansogou, Erinbo, Koroubo, Amanambo Komo, Bodio, Parou, Goren Grensogou,
Dimeye Simikanda, Mounambomdo. Sólamente el pueblo de Enguela cuenta con 2.300
habitantes.
Enguela, junto con otras 23 aldeas, conforman el municipio rural
de Bara-Sara. La pluviometría anual se sitúa en torno a los 400 mm. El problema
es que durante la estación seca, de entre 8-9 meses, no cae ni una sola gota de
agua, por lo que la estación lluviosa, tres meses a partir de junio, tiene que
ser aprovechada al máximo para la siembra del mijo, el alimento principal. Con
todo y con eso, debido a la extrema sequedad, el suministro alimentario a lo
largo del año no está asegurado. Aunque la mayoría de los habitantes son de
etnia dogón, también viven la región algunas familias peulh (pastores
trashumantes). En cuanto a la religión, hay una mayoría de animistas, algunos
musulmanes y ciertos cristianos, sin que haya ningún problema de convivencia.
La escuela permitirá, de manera muy directa, mejorar la calidad de
la enseñanza y evitar la emigración de los jóvenes, bien hacia las ciudades más
grandes, o lo que es peor, embarcarse en travesías peligrosas e interminables
hasta Europa. Una vez
construida la escuela, el Comité Escolar, compuesto por el director y algunos
padres de alumnos se ha comprometido a mantener en las mejores condiciones
posibles las instalaciones.
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