lunes, 18 de julio de 2011

El Señor de los Milagros socorre al Señor de las Aguas


Cinco horas de danzas, bailes y cánticos, un generoso almuerzo regado con cerveza de mijo, discursos de una decena de autoridades y el enorme jolgorio de los 1.500 habitantes de Tabitongo, norte de Mali, y la decena de aldeas vecinas, habitadas por la etnia dogón, constituyeron la alborozada celebración que sirvió de inauguración para el pozo denominado “El Señor de los Milagros”, el pasado mes de febrero, en esta remota región del Africa subsahariana.

La fiesta tenía razones bien fundadas. Aunque la Fundación Polaris World, con sede en Murcia, sureste de España, actuó como gestora del proyecto para la excavación del pozo, en realidad, fue a través de la generosa contribución (20.000 euros) de un devoto español, también murciano, que el pozo se ha hecho realidad.

En esta región desértica de África, paulatinamente englutida por el desierto, conviven en encomiable armonía cristianos, musulmanes y animistas. Después de la casi absoluta carencia de sanidad, la falta de agua es el segundo problema más grave. No es pues casualidad que la deidad principal animista, en esta franja sedienta del África subsahariana sea llamada, muy apropiadamente “Señor de las aguas”.  

En efecto, los 1.500 habitantes de la aldea de Tabitongo, cuyo significado es “el pueblo que está en la ladera”, una vez terminada la época de las lluvias, a principios del otoño, sobreviven, mal que bien, a decir verdad, más mal que bien, de la pequeña agricultura irrigada mediante el acarreo de calabazas que, con paciencia interminable, rellenan una y otra vez en las pozas de un cauce sin corriente. Llegado febrero, el cielo inmisericorde con esta región abrasadora, la pequeña presa que ha retenido las aguas de lluvia termina por agotarse.

No queda otro remedio que desplazarse entre 10 y 15 kilómetros cauce, siempre reseco, arriba. Los agricultores escarban en la arena un par de metros hasta encontrar bajo las arenas húmedas pequeñas retenciones del líquido elemento. Vuelta con la calabaza en la cabeza otros quince kilómetros hasta “el pueblo que está en la ladera”. A estas alturas del año, principios de verano, los cultivos ya se han marchitado semanas atrás. El agua arenosa sirve, como mucho, para la cocción del mijo, el sustento cotidiano de los lugareños.

La cadena de favores, aquí narrada, comienza a más de 4.000 kilómetros del país dogón, en Mali, que es donde el final feliz tiene lugar. Churra es una pedanía de Murcia, sureste de España, absorbida por la expansión de la capital y los nuevos centros comerciales. Un buen hombre, difícilmente puede el calificativo emplearse con más propiedad, a quien a partir de aquí llamaremos por su nombre de pila, Agustín, decide cumplir su promesa de hacer una buena obra.

El compromiso del señor Agustín, viene de lejos, de muy lejos. Exactamente se ha originado 9.021 kilómetros más al este, en el colombiano valle de Cauca a donde peregrinos de todo el mundo afluyen para venerar a “El Moreno”, la imagen de Jesús crucificado, popularmente conocido como “El Señor de los Milagros” en Buga. El señor Agustín conoce desde hace años a los salesianos de Churra, a quienes acude para que le orienten sobre qué obra buena podría financiar. Los salesianos ponen al señor Agustín en contacto con la Fundación Polaris World. De esta forma tan rocambolesca, quizá convendría calificarla de providencial, el cuadrilátero (Agustín, Fundación Polaris World, Buga, Tabitongo) se convierte en un círculo perfecto.

El del brocal excavado en la roca de Tabitongo, el pueblo que está en la ladera… sin una gota de agua. La promesa al “Señor de los Milagros” comienza a cumplirse en una pequeña explanada de Tabitongo a principios de 2010. La tarea no es fácil, el pueblo está asentado en una meseta rocosa, así que los 30 metros de profundidad del pozo tienen que ser excavados con barrenos de dinamita y un martillo neumático de segunda mano. Afortunadamente, perdón, providencialmente, a los 20 metros comienza a brotar agua, hecho que da la razón al zahorí que ha indicado el lugar exacto, localizado a medio camino entre la iglesia y la mezquita, donde resultaba imperativo excavar.

Dos meses después, el pozo, aparte de haber eliminado las interminables caminatas para recoger la escasamente potable agua arenosa en los recovecos del cauce, se ha convertido en un símbolo de convivencia entre todos los habitantes de Tabitongo y los alrededores. Se ha creado un comité de gestión del pozo para cuidar de su mantenimiento y limpieza. Todo el mundo puede acudir a extraer agua del pozo, el cual, por cierto, produce agua de excelente calidad. Cualesquiera sea la etnia o religión, sin distinciones de ningún tipo, extraen el agua que sirve para cocinar, beber, y una mínima higiene. El sobrante se usará para el ganado y el riego de los pequeños huertos familiares. La localización del pozo, a sólo 300 metros de la escuela facilita que las madres y los niños que acuden a la misma no ocupen su tiempo en interminables acarreos del agua, lo que, sin duda ninguna, les permitirá dedicar más tiempo al aprendizaje escolar.
De esta forma tan misteriosa, el Señor de los Milagros –cuya imagen y plegaria enmarcada se ha colocado en el atrio del pequeño templo católico- ha obrado uno de los suyos en pleno corazón de África negra.

martes, 5 de julio de 2011

De cómo con una cena se puede excavar un pozo

El presidente, Narciso Lozano, en la bienvenida
O más exactamente de 250 cenas que corresponden a los asistentes, tanto socios como simpatizantes que, con generosidad y alegría, participaron en la IV Cena Benéfica organizada por la Fundación Polaris el pasado 24 de junio. Entre los participantes, aunque no estuvieran presencialmente, hay que contar las cerca de 50 personas que lo hicieron a través de la modalidad Fila Cero.

Como en ocasiones precedentes, el evento tuvo lugar en El Lago de la Torre, de la Torre Golf Resort aunque en esta ocasión la organización del mismo y el servicio gastronómico estuvo al mando de “Los Churrascos”, la entidad, que gestiona actualmente el magnífico salón de celebraciones. Los mismos propietarios que mostraron una insondable generosidad para que todo discurriera con delicadeza y, al mismo tiempo, exquisitez, se sumaron a la Cena con la reserva de una mesa entera.

Tras el cóctel, celebrado en la terraza, al mismo lado de el lago, se inició la celebración propiamente dicha con la bienvenida del presidente, Narciso Lozano, de la Fundación, quien agradeció a los presentes y a los que, por motivos diversos, no pudieron asistir, el apoyo y sostén que durante el año habían mostrado hacia la Fundación, o para ser más precisos, a los proyectos que desarrolla en Mali. Como “prueba de vida” de la marcha de la Fundación, se proyectó un documental con imágenes de los principales proyectos recientemente terminados, así como de algunos recién iniciados. Aunque los recursos son menores, tal como subrayó el presidente, las necesidades van en aumento, por lo que toda ayuda que la Fundación canaliza, sea más pequeña o más grande, resulta de la máxima utilidad “para dar más a aquellos que la vida ha dado menos”.

Tras la rifa solidaria, salpicada de numerosos regalos ofrecidos por empresas pertenecientes a Polaris World, la fiesta continuó, amenizada por el grupo cubano: Cuba Mango, hasta las cuatro de la madrugada.

Tras la importantísima aportación financiera de Polaris Development al desarrollo del evento y sumando los beneficios de la rifa, así como de la Fila Cero, los beneficios netos fueron, aproximadamente, a 15.000 euros. Que traducido a la “divisa” de la Fundación equivale a un pozo, a un cuarto de centro sanitario básico, o a tres clases de escuela elemental.