domingo, 18 de diciembre de 2011

JORNADA I: LA CIUDAD DEL RÍO DE LOS COCODRILOS (1)


A las tres de la madrugada del 1 de diciembre ¿o es el dos?, las calles de Bamako aparecen sorprendentemente desiertas. La ciudad -se trata de la capital africana que crece más deprisa y eso se nota en el caos de quioscos, cobertizos, chabolas y edificios a medio terminar que bordean la ruta- parece agazaparse en la perenne polvareda que la cubre, incluso en su nocturnidad apenas iluminada, a la espera de las primeras luces, antes de sumergirse en la vorágine diurna, en la búsqueda, a veces desesperada, del pan cotidiano. Pese a que la actividad debe haber cesado hace ya más de tres horas, la polvareda levantada por la agitación comercial de la jornada precedente parece que nunca termina de asentarse. Suspendido en la calma chicha y cálida de la madrugada, nos inunda el olor a leña recién quemada, que cada atardecer y cada madrugada, nos acompañará a lo largo de nuestro intenso periplo de ida y vuelta  hasta Bandiagara. En el centro geográfico del país, ya en la frontera con el desierto, en la frontera con las dunas donde, presuntamente, habitan los bárbaros, bordeando los límites de nuestra supuesta imprudencia que, con tanta cordura, no estamos dispuestos a traspasar. Más allá, la legendaria Tombuctú, la de los 333 santos, existe, pero nosotros no la veremos.

Cruzamos uno de los tres puentes sobre el soberbio Níger. Incluso en estas horas de sinuosa somnolencia, su majestuosidad, subrayada por su anchura, aporta un poco de calma al pequeño rifirrafe que hemos sostenido a pecho descubierto con un aduanero –viejo conocido de visitas anteriores: mismo despacho, misma amabilidad, idéntica dejadez- para convencerle de que ni somos turistas del montón, ni estamos para poner nuestro granito de arena en la opacidad salarial de ninguna misteriosa fuerza gubernamental y aeroportuaria. Ha retenido la maleta de Narcisse, posiblemente porque le parecía, a ojo de buen cubero, de excelente aduanero, quiero decir, la más sólida y pesada. ¡Cáspita!, que diría Tintín, que buen ojo tiene, ha acertado de pleno con el embutido zamorano.

Tras un intercambio banal sobre de dónde venimos (se trata del único vuelo a esta hora, pregunta irrelevante) y a dónde vamos, le tocamos la vena sentimental con el motivo del viaje, tan real –nous sommes en mission humanitaire- como ladino (“traemos material escolar, pero no abra el equipaje, por favor”, evidentemente esta segunda parte queda sin traducción) conseguimos a duras penas que no nos esquilme el irreemplazable salchichón de Benavente y se conforme con un par de bolsitas de frutos secos de Mercadona. Nueces de California. Justo a tiempo. Estábamos a punto –como solución desesperada- de citarle algún precepto coránico sobre la prohibición de comer cochino. No ha sido necesario.

Pese a todo, no queda del todo satisfecho: “¿No podrían darme 10 euros?”. Indolencia hasta para solicitar este modesto impuesto revolucionario. Sin darle tiempo a que haga más preguntas, le aseguramos que el dinero, apelando a las costumbres étnicas del macho hispano, lo llevan las señoras, en este caso preciso Hellène, y ellas están lejos, muy lejos, al otro lado de la cinta.  Esto es, cierto, una mentirijilla piadosa, pero nos concede el tiempo suficiente para echar mano a la maleta, antes de que reflexione sobre las extrañas costumbres tribales de Hispania, y salir con paso decidido, como si nada hubiera pasado, hasta la calle.  Estamos salvados. Nos rescata el Père Emilio, salesiano, burgalés de pro, paisano de un viejo conocido mío, Domingo de Guzmán, de un pueblo tan bonito como su nombre, Araúzo de Miel. Pero esto es otra historia.

Tras la siestecica reparadora, ¡vaya horas!, al alba, en la acogedora casa de los salesianos, barrio de Nyarelá, dejado de la mano de Dios o de Alá, nos disponemos a explorar la ciudad. A estas horas, nueve de la mañana, las calles tienen tanta actividad que es difícil plantar la vista en un punto fijo. Todo es ebullición. Elegantísimas damas con deslumbrantes atuendos, niños harapientos, taxis que tuvieron una mejor mecánica, escolares camino de la escuela con camisetas desteñidas del Barça, del Madrid y de Obama, vendedores ambulantes, y vendedoras, claro, de plátanos locales y maletas indonesias, ruidosas motos chinas con tubos de escape ennegrecidos, bicicletas que en el siglo pasado fueron nuevas, peatones zigzagueando a través de la aparente confusión.  Y el polvo suspendido, siempre el polvo. Moléculas, corpúsculos, partículas por encima de la inenarrable anarquía del tráfico y los puestos de venta que ocupan cada metro de calle. Bamako, llamada en bambara, la lengua local, “río de cocodrilos” se ha convertido en un inmenso zoco donde todo tipo de mercancía parece estar a la venta. Y a la compra.

Decidimos navegar de lleno en este tohu babohu de Bamako, en el caos, visiblemente informe, de una ciudad donde apenas hay viejos. No es de extrañar. La esperanza de vida en el país no supera los 45 años y, según apunta Ramonet, nuestro insigne plumilla vienés, el grado de riqueza, más bien de pobreza, en alguna aséptica clasificación de la ONU, el Banco Mundial, el IMF, la CIA  o lo que sea, se sitúa, por lo que concierne al PIB, en el puesto 207 sobre un total de 228, a la misma altura que la miseria de Haití. No puede decirse que sus vecinos puedan arrimar el hombro, hasta el 228, salvo Afganistán, todos son países africanos.


Para someramente entender algo de lo que una fría estadística puede reflejar en el espejo de la vida de cada día, nada mejor que dejarse caer por el Marché Medina. Más que un mercado es, bromeamos, un polígono industrial. A su manera. Del medioevo, más bien. Situado al pié de las colinas que bordean la capital por el norte, en una de ellas se asienta el palacio presidencial y a sus pies el, parcialmente desvencijado, Estadio Nacional. Si en la ciudad la actividad es incesante, aquí es de vértigo. Centenas de talleres, básicamente chapas sostenidas con medios irrisibles, sirven de refugio a grupos de cuatro o cinco personas que trabajan todo tipo de metales, la mayoría de reciclaje, con utensilios no muy diferentes de los usados en la prehistoria. Todo se hace por la fuerza bruta, generalmente mazazos en frío, ocasionalmente combinados con el calentamiento de algunas piezas en diminutas fraguas excavadas en el suelo, alimentadas por pequeños fuelles movidos con un pedal de bicicleta. En un rincón, cualquiera sabe de dónde habrá salido, una antigualla de martillo hidraúlico  golpea la chapa con un ruido rítmicamente ensordecedor. Será el único signo de modesta modernidad que encontraremos durante el recorrido.

Todo sirve para moldear, cortar, recortar, dar forma. Nada por aquí, nada por allá, y aparecen espumaderas, regaderas, carretillas, sartenes, ollas. Todo parece de utilidad para extraer el producto final. Carcasas de automóviles desguazados, trozos de raíles o raíles enteros, bidones de gasoil y un largo etcétera de material reciclable va siendo deglutido en las pequeñas fraguas impulsadas con el pié o una manivela. Y esto es la parte sofisticada. El resto se moldea a martillazos, generalmente sincopados entre dos trabajadores que se alternan para golpear el mismo centímetro de metal hasta generar la curvatura precisa que da forma a la reja del arado, su esteva y su timón.

En la parte superior, ya cerca del acantilado, en un terreno impracticable, los forjadores se aplican a unos moldes donde vierten aluminio fundido, siempre reciclado, para amasar cazuelas, teteras, pucheros, ollas. Y un poco más arriba, entre el barrio de los obreros y la pared vertical de la colina, decenas de adolescentes mantienen un ajetreo constante alrededor de hogueras, de las que sale un humo negro como la tizna, nada recomendable para los pulmones, ocupados en fundir todo lo fundible. Si hay una imagen dantesca de actividad febril, ésta es. Todos son hombres, generalmente muy jóvenes, los niños no escasean. Algunas mujeres, pocas, aparecen diseminadas aquí y allá para servir comidas en precarios puestos de restauración. La impresión de haber caído en medio de un infierno no puede ser más real.

Empieza a apretar el calor, la humareda de las fraguas serpentea hacia el cielo azulado, los trabajadores, tan fuertes como sudorosos, bullen inmersos en un castigo eterno, golpean incesante, inacabablemente el metal.  Nuestra visita tiene algo de obsceno, sofisticadas cámaras en mano, deportivos recién comprados, mochilas impolutas, mientras sorteamos barracones y desagües hasta retomar la calzada principal. Me pregunto si durante la noche se oirá también el persistente fragor del metal golpeando contra el metal. Cuando salimos fuera y fuera es el ensordecedor embrollo del mercado de verduras, parece que salimos del túnel del tiempo, como si viéramos la luz, tras una hora escasa en el infierno. Comparado con el Marché Medina, la Bamako cotidiana es un pacífico purgatorio.

Un paso rápido por el mercado de artesanía, cerca de la gran mezquita, donde los turistas brillan por su ausencia, el turismo ha sido la víctima principal de los secuestros en el norte, nos parece un oasis de tranquilidad. El paraíso. La casa salesiana del Centre Père Michel un remanso de paz. Con el P. Emilio discutimos los planes para los próximos días. Cauto sobre la situación, aparentemente complicada por encima de Mopti y Sevaré, ha solicitado mediante una carta muy ceremoniosa, la protección de las autoridades locales para estos insignificantes cooperantes de la Fundación Polaris World. Nosotros, por otro lado, hemos decidido hacer caso omiso de las recomendaciones de embajadas y consulados. Aunque Isabelle, como buena francesa parisina y, por tanto, centralista, tendrá un momento de duda sobre si no será mejor entrar en contacto con la legación de Sarkozy. ¡Todos somos Carla, Nicolas!.

Los españoles somos más dados a la anarquía. Consideramos que los diplomáticos son pájaros de mal agüero, salvada sea la Alianza de Civilizaciones. Por nuestro trabajo profesional y nuestra vida de humildes expatriados tenemos sobrada experiencia de su cómoda tendencia para cubrirse las espaldas con el mínimo esfuerzo posible. Si con una vacuna valdría, mejor recomendar una docena, si a dos mil kilómetros actúan asaltacaminos, mejor que no se vaya más allá de los treinta. Son los reyes del por si acaso. Seguramente resulta más cómodo enviar un comunicado alarmante a los medios que dedicar un par de días (¡uy, con estas carreteras tan desastrosas!) a estar sobre el terreno donde, con toda seguridad, hubieran percibido que las informaciones alarmistas han acabado por aniquilar el turismo. Ojo al dato, se dice que el 50% de la población vive de ello.

No obstante, tenemos nuestras dudas de si haber movilizado al director general de la policía maliense ha sido la mejor idea. Seguro que a estas alturas, hasta en la sede central de Al Qaeda, si es que la tiene, deben de conocer al pié de la letra nuestro itinerario. ¡Allá ellos! Alea iacta est, que decía el otro. Nuestro Rubicón fue el día que compramos el billete de venida (esperemos que también el de vuelta). Y eso fue a finales de agosto, hace ya más de tres meses.  

Por la tarde, junto con el Père Emilio nos vamos hasta la granja de Moribabougou, a unos treinta kilómetros de la capital, donde la Fundación, en el año 2006, financió equipamiento agrícola por valor de 23.635,77 euros. Este año, gracias al ayuntamiento de Cartagena, la Fundación Polaris World les ha donado un reluciente tractor, mimado durante años por las olas del Mediterráneo, mientras limpiaba las playas en La Manga. Terminará sus días en esta linda curva del Níger que bordea los terrenos de la granja experimental. La finca se usa como terreno de prácticas para los alumnos de formación profesional agrícola del colegio de los salesianos en Bamako. En la actualidad, para un mejor mantenimiento de la misma, se la han alquilado a una familia camerunesa que se encarga de la explotación de aves de corral.

Los terrenos, salvo una porción más fértil, la más cercana al río, no dan para mucho, pero como terreno para aprender a regar, arar y gradear, resultan muy adecuados para las prácticas agrícolas de los alumnos. El Ebro, impecable tras la puesta a punto en el Colegio Salesiano de Cartagena, tiene una larga vida por delante, aunque no lo acaricie la brisa del Mediterráneo. En una parte incultivable, Antenne France ha montado seis piscinas de espirulina, una alga que se anuncia como el futuro de la alimentación en África. ¡Que así sea porque falta hace!. El P. Pelipe, de la comunidad salesiana de Bamako, ay que lejos queda Santa María del Páramo, ha dispuesto 40 colmenas a donde las abejas, inmunes a las calorinas tropicales, se espera que acudan a los paneles de rica miel. En lugar de sabor a tomillo y romero, el entusiasmado apicultor podrá proclamar a los cuatro vientos una miel con matices de mango y papaya. Pas mal.

Hemos venido acompañados de Antonio y Jose María, de Red Solidaria, tan sevillanos como su simpático acento, que realizan una tarea extraordinaria con la informática. Es, como si dijéramos, un nivel superior de cooperación. La Fundación Polaris les ha transportado junto con el tractor, la cuarentena de bicicletas, también del ayuntamiento de Cartagena, y varios centenares de libros del Lycee Francés de Murcia, el material informático que ellos se encargan de instalar. Pensaban llevarlos a Nara, una ciudad cercana con la frontera mauritana. Por problemas de seguridad en la zona pasarán toda la semana en Bamako montando los equipos antes de que la ONG con la que trabajan, Formación Sin Fronteras, los traslade a su destino. Maravillas de la modernidad, buen momento para recordar el antediluviano Marché Medina de la mañana, la gestión y mantenimiento de los equipos podrán hacerla desde la sombra de la Giralda.


Anochece. Como siempre la puesta de sol africana es deslumbrante en su penumbra acelerada. Incluso en la encrucijada de caminos, donde en un desvencijado tenderete, pero tiene una nevera y funciona, tomamos un refresco para concluir la jornada. Con el atardecer, parece que el tránsito de la carretera y el ir y venir de vendedores entra en una fase de menguado apaciguamiento. Se alargan las sombras de la noche. Regresamos a Bamako. El avión nos espera a las seis de la mañana, así que mejor descansar cuanto antes. Para los novatos, la colocación de la mosquitera es un rito sagrado que se realiza con extremado cuidado. En Ciencias Naturales nos metieron el miedo en el cuerpo con la mosca tsé-tsé. Aunque en la duermevela, fuera todavía se agita la ciudad del río de los cocodrilos, una vez y otra retumba el fragor perenne de los martillos golpeando la chapa en Marché Medina.


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(1) Relato del viaje de la Fundación Polaris World a Mali para visitar los proyectos realizados o en proceso de realización en el país

sábado, 1 de octubre de 2011

Final feliz para internado de adolescentes en Makueni (Kenia)


Todo está bien, si todo acaba bien. El proyecto para la construcción de la Escuela Calosci para Adolescentes en Makueni, Kenia, financiada, en parte, por la Fundación Polaris World, es un buen ejemplo de las dificultades con que se topan muchos proyectos, ciertamente necesarios pero no suficientemente planeados, de ayuda al desarrollo. Pese a todo, la constancia del promotor del mismo, el padre Charles Kyallo, parece haber llevado la obra a buen puerto.

Makueni está  a 173 km.  de Nairobi, la capital.  El acceso, mediante una carretera nueva es relativamente bueno. Situado en una zona de difíciles condiciones climatológicas, el clima es semi-árido, con lluvias irregulares. Es un lugar muy caluroso donde abundan los mosquitos; el agua es un gran problema. La gente de Makueni práctica el cultivo de subsistencia  en pequeña escala, única y exclusivamente, para su propio consumo. La mayor parte de las familias depende del trabajo ocasional, las tasas de desempleo son muy elevadas. La falta de medios motiva que muchos jóvenes dejen de estudiar al no poder pagar los colegios. Debido a unas sequías prolongadas y unas lluvias irregulares la gente sufre porque carece de recursos básicos, en parte los  alimentos. Cuando se avanza hacia el interior, la situación es más precaria. Las dificultades de acceso a la alimentación se han agravado en los últimos años por las sequías pertinaces.

Este proyecto comenzó en el año 1998, con un encuentro entre las familias Calosci (Italia) y Mutua (Kenya) con la intención de ayudar a las muchachas pobres y huérfanas, victimas del sida, en este pueblo relativamente cercano a la capital del país. Primero se compró el terreno para hacer unos locales donde alojar talleres de aprendizaje. Se comenzó por la construcción de un local muy sencillo, completado en el 2000, al que el año siguiente se añadió otro a modo de oficina. Entró en funcionamiento en el 2002, con la asistencia de las diez primeras alumnas huérfanas. A partir del 2003 se edificó una segunda clase y en el 2004, un pequeño dormitorio que acogió dos niñas, enfermas de sida, y tres huérfanas. Pese a ampliaciones posteriores del dormitorio, en el 2007, cuando el colegio tenía ya 58 muchachas, sólo 40 tenían acceso al internado.

Las muchachas que ingresan a esta escuela son de familias pobres, huérfanas, muchas han sufrido maltrato, algunas víctimas de violencias sexuales, allí donde han trabajado de criadas o niñeras. Normalmente, tienen entre 12 y 13 anos. Aunque en el orfanato de madre Tecla, las instalaciones adyacentes donde se recoge inicialmente a las huérfanas, algunas de ellas tienen menos de 10 años, con la problemática adicional de estar enfermas de sida.

Fue en el 2008, cuando los promotores solicitaron la colaboración de la Fundación Polaris World para la construcción de los cimientos y la planta baja de unos locales más adecuados y, sobre todo, más amplios que sirvieran de dormitorio. La Fundación accedió a esa financiación por un valor de 28.524 euros. El objetivo final era la creación de un espacio para más de 100 muchachas internas en el nuevo dormitorio y dotar al internado de  libros, una biblioteca básica, para ayudar a las adolescentes en su aprendizaje en talleres de sastrería, costura, cocina, informática, entre otras labores. Está previsto que las internas realicen pequeñas aportaciones monetarias a fin de pagar el salario de los maestros.

Debido a numerosas dificultades financieras, la Fundación, de manera excepcional tuvo que adelantar tres cuartas partes de los fondos (lo habitual, por razones administrativas, es adelantar el 50% y liquidar la otra mitad al concluir las obras) a principios de 2011, con la condición de que antes de fin de año, los promotores cumplieran con su compromiso, es decir, negociar con los contratistas el que la liquidación final tuviera lugar una vez que la Fundación recibiera pruebas fehacientes de que la obra hubiera sido completada en su totalidad.

Efectivamente, hace unos días, la Fundación ha recibido el Informe Final, con la descripción de los trabajos realizados, un informe de auditoría local (esto resulta que es también un caso excepcional, previsiblemente la influencia británica) y fotos donde se puede apreciar el progreso de la obra. Enfrente de una bonita terminación, algunas de las alumnas, junto con los promotores de la misma, saludan gozosamente al fotógrafo y por extensión, a los socios y colaboradores que han hecho posible este final feliz.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Excavar un pozo en Mali, o al menos la mitad, es una cuestión de suerte


Una cuestión de fortuna salpimentada con una pizca de matemáticas básicas. Excavar un pozode supervivencia como el de Tinssagou (Mali) le cuesta a la Fundación Polaris unos 10.000 euros. Los aldeanos aportan en especies, trabajo y mano de obra el pico que falta para financiar los trabajos por completo, incluidos el brocal y el abrevadero que preservarán unas condiciones mínimas de higiene y sanidad.

Esto significa que con 5.000 euros, es decir, la mitad de la financiación requerida, se alcanzarán los 30 metros de profundidad (se necesitarán 30 más para alcanzar una capa freática subsahariana que fluya a lo largo de todo el año). Para obtener esos 5.000 euros, más o menos los obtenidos el año pasado por el mismo concepto, tras vender 20.000 euros de lotería de Navidad, la Fundación ha puesto a la venta el número 82049 que tiene buenas posibilidades de ser agraciado, nada más y nada menos, que con el Gordo del sorteo del próximo 22 de diciembre.

¿Buenas probabilidades? Más que buenas. Está adquirido en la afamada lotería El Gato Negro, ¿cómo no resultar premiado con semejante nombre?, de la calle Trapería de Murcia. Eso en primer lugar, en segundo, ni siquiera ha tocado una mísera pedrea en los años que la Fundación ha querido, pero no ha podido, distribuir la buena suerte. Así que ¿y si este año toca aquí? Quienes con toda seguridad resultarán afortunados serán los habitantes, especialmente mujeres y niños de Tinssagou, para quienes la excavación del pozo, iniciada hace unos días, más que una cuestión de suerte, constituye un asunto de supervivencia.

Los billetes, décimos o participaciones, se pueden adquirir en el despacho de la Fundación Polaris, en Balsicas, Murcia o enviando un correo a fundacionpolaris@polarisworld.com. También llamando al  968012615. Un billete completo, 10 décimos, cuesta 250 euros, de los cuales, 50 euros se destinarán al pozo de Tinssagou, un décimo se vende por 25 euros (5 euros para el pozo) y participaciones de 5 euros (1 euro como donativo).

sábado, 24 de septiembre de 2011

Envío de contenedor con material diverso a Mali


Envío de enero 2010 con material escolar

La Fundación Polaris World enviará, a mediados de octubre, un nuevo contenedor de material diverso a Mali. El contenedor, de 40 piés, será depositado en el Centre Pére Michel (Salesianos de Bamako), para ser distribuido posteriormente entre los diferentes proyectos, tanto de la Fundación Polaris como de las otras ONG’s que participan en el envío.

Entre otras muchas cosas, el contenedor, cuya salida está prevista desde Cartagena para mediados de octubre, lleva un tractor para el Centro Experimental Agrario de, una bomba de agua, 40 bicicletas (regaladas por el Ayuntamiento de Cartagena), una moto, tipo “scooter”, usada en su momento en el “paddock” de los campeonatos mundiales de motociclismo por Polaris Race Team; equipamiento informático donado por Red Integral Solidaria (Sevilla), que ellos mismos instalarán en diciembre en el Liceo de Nara, norte de Mali, material escolar recogido por la Associació Catalana d’Ajuda al Sahel, que distribuirán entre los proyectos que este organismo de Molins de Rei lleva a cabo en el país y medicinas genéricas –por valor de 3.000 euros- procedentes de Farmamundi (Valencia) que la Fundación Polaris donará a tres centros de salud comunitaria que, recientemente, han entrado en funcionamiento. El envío también está compuesto por un abundante listado de libros, tanto de texto como de lectura, donados por los alumnos del Liceo Francés de Murcia y el de Alicante.

Si quieres colaborar, puedes entregar material, aunque sea de segunda mano, pero en condiciones de uso, enviando un correo a fundacionpolaris@polarisworld.com o llamando al teléfono 968012615.  La Fundación Polaris puede recoger el material, o proporcionar cajas vacías, en cualquier origen de la Región de Murcia. Si procede de fuera, convendría enviarlo por una mensajería. Se recoge:

  • material escolar (cuadernos, lapiceros, bolígrafos), y deportivo
  • juguetes
  • libros de lectura y texto (SÓLO FRANCES E INGLÉS),
  • ropa y zapatos de niño, aunque esté usada (ADULTOS NO, POR FAVOR)


jueves, 22 de septiembre de 2011

Excavación de 3 pozos de supervivencia Gansogou, Tina y Tinssagou (Iwere, Mali)


Pozo tradicional en Iweré, en realidad un aljibe

En plena llanura del país dogón, noroeste de Mali, camino de la frontera de Burkina Faso, a unos veinte kilómetros de la espectacular falla de Bandiagara, el clima de tipo subsahariano, caracterizado por una estación seca bastante larga y una estación lluviosa de unos tres o cuatro meses, no amilana a los pobladores de Gansogou, Tina y Tinssagou, tres remotas aldeas que luchan, en medio de la nada, contra la desertización motivada por el viento y, sobre todo, por la falta de agua. La pluviometría es muy variable, aunque se advierte que cada año es menor. Así en el último decenio en el partido judicial de Koro, donde están asentadas las poblaciones, el mínimo algunos años se ha situado en 156 mm. Mientras el máximo ha podido alcanzar los 848 mm.

Los suelos son muy arenosos y porosos, lo que hace que el agua de las lluvias sea muy complicada de retener en superficie. Todo ello lleva a la degradación de la vegetación y a la desecación muy rápida de algunas balsas. Por las mismas razones, las capas freáticas son muy desiguales y difíciles de controlar, a veces se encuentran a 40 metros de la superficie, aunque en ocasiones hay que llegar a los 80.

La enorme pobreza de los habitantes, sus desconocimientos técnicos, así como la falta de organización implica la dificultad de construir pozos o puntos de agua suficientemente sostenibles desde el punto de vista técnico y sanitario. Ello produce que en algunas zonas la cobertura de agua no supere el 28% en algunos poblados, en otras puede llegar, aunque nunca en condiciones sanitarias aceptables, hasta el 80%. Las consecuencias, sobre todo infecciones, tanto para los animales como para las personas son desastrosas. El consumo de agua llena de barrillo, extraída de charcas y pequeños pantanos provoca numerosas infecciones intestinales, mortales en numerosos casos, sobre todo para los segmentos de las poblaciones más fragilizadas, los niños.

Los habitantes viven del cultivo de cereales, sobre todo el mijo, pero siempre sujeto a los caprichos de la pluviometría. La llanura donde se encuentran los poblados concernidos se denominaba hace años “granero del mijo”, pero en los últimos años, debido a la escasez de agua no puede, ni siquiera, soportar a los propios habitantes  de la zona. La ganadería también ha ido a menos, a causa de la falta de agua, provocando numerosos conflictos entre las etnias trashumantes, dedicadas a la ganadería y las poblaciones más asentadas.

Existe un ligero incremento de comercio gracias a las ferias locales, celebradas en las diferentes aldeas de forma rotatoria semanal, si bien, la mayoría de las transacciones son ejecutadas por los hombres, lo que crea una notable desigualdad de recursos con las mujeres, especialmente las más necesitadas (viudas, familias muy numerosas, etc.)


Por razones económicas y sanitarias, la carencia de agua es uno de los principales factores de falta de desarrollo, por lo cual, la construcción de los tres pozos resolvería no pocas dificultades actuales relacionadas con este grave problema. Cuando no se producen accidentes mortales. Hace unos meses en el pozo de la imagen, una madre con su bebé a hombros, cayó en el pozo al hundirse las maderas podridas que protegían el acceso. Perecieron ambos.

La Fundación Polaris World, con el apoyo de Cáritas Mali, ha financiado y comenzado la excavación de tres pozos. El objetivo principal del proyecto es la mejora de las condiciones de acceso al agua potable de las tres aldeas concernidas, pertenecientes a la parroquia de Pel. La población de los tres pueblos y algunas pedanías adyacentes supera las 5.000 personas en total.

La etnia principal son los dogones, con algunas familias mossis. Los habitantes beben agua  arcillosa. Ello pese a que las mujeres tienen que pasar más de 7 horas por jornada a la búsqueda del agua; en numerosas ocasiones se tienen que desplazar a otras aldeas vecinas, a unos 5 kilómetros de distancia, donde, en ocasiones, las condiciones no son mucho mejores. La construcción de los pozos beneficiará a numerosas personas, tanto a los habitantes sedentarios de las aldeas, como a las familias trashumantes de ganaderos, así como a otras aldeas vecinas. Los trabajos serán ejecutados por el equipo de “Proyectos de pozos Pel/Segue”, que está instalado en Pel, bajo la coordinación de Cáritas Diocesana de Mali, sede de Mopti.

Para garantizar la viabilidad del proyecto, Cáritas y la Fundación Polaris, han puesto su confianza en las asociaciones femeninas locales. En efecto, para este tipo de proyectos, suelen ser ellas, especialmente en el asunto de la higiene y la limpieza, quienes mejor se organizan a fin de aplicar unas cuantas reglas básicas que sirven para una mejor utilización de los puntos de agua. Asimismo, desarrollan, una vez que tienen disponible el agua en condiciones sanitarias mínimas, diversos programas de aprendizaje, tales como técnicas de filtración de agua y el tratamiento adecuado de las mismas.

El costo total de los tres pozos, incluido el brocal y abrevadero, necesarios para garantizar la higiene será de unos 39.000 euros. Al acceder a la financiación, la Fundación Polaris solicitó que la aportación local, en especies y mano de obra, fuera de unos 1.500 euros por pozo. De este modo, la aportación de la Fundación para cada uno de los 3 pozos superará, ligeramente, los 10.000 euros. Las obras en la aldea de Tinssogou, comenzaron hace varias semanas.

martes, 13 de septiembre de 2011

Escuela primaria de Patin, Mali: cuando las tormentas de arena suspenden la lección


Se suele decir que el desarrollo humano y económico pasa por la educación. Fácil de afirmar cuando esto se apunta desde la estancia confortable de una biblioteca, o se escribe desde el teclado de un superordenador conectado a los cuatro puntos cardinales de la Tierra, a veces incluso con el espacio.

Durante muchos años, la población de Patin, noroeste de Mali, no muy lejos de la frontera con Burkina Faso, había luchado por disponer de una escuela, lo que en su momento consiguieron, aunque no tenían aulas. Claro, que disponer de los maestros, se puede decir, es el mejor principio. Poco después consiguieron tres clases, pero como desde hace seis años, la escuela tiene seis maestros, tres de entre ellos se ven obligados a enseñar en un cobertizo de paja y ramas. Desde diciembre a febrero, durante la época seca y con bastante frío, los niños cogen enfermedades como neumonías y otras más graves, ya que no están protegidos contra las inclemencias del invierno maliense.En la misma jornada, la temperatura puede pasar de 5º a 35º, aunque lo peor son los fuertes temporales en la época de las lluvias.

Desde febrero, una vez comienzan los grandes calores, hasta el fin del año, está bien aprender en el cobertizo, pero como Patin, aldea adscrita al municipio de Youdiou situada en plena llanura dogón de Mali. La inmensa mayoría de la población es dogón, si bien algunos de los maestros proceden de otras partes del país. Está en una zona subsahariana con mucho viento que arrastra la arena; en numerosas ocasiones se ven obligados a suspender las clases porque nos alumnos no ven nada. Además, como la escuela no tiene ningún tipo de verja o protección, los animales se entremezclan con los alumnos. Se necesitaba, pues, mejorar las condiciones de los alumnos que reciben cursos en esas tres clases provisionales.

Los beneficiarios de este proyecto, asumido recientemente por la Fundación Polaris, serán, en primer lugar, los propios alumnos, pero también sus familiares y la aldea en su conjunto, tanto la de Patin, como el municipio rural al que pertenece: Youdiou. Y, obviamente, el marco general de la educación en todo el país. El pueblo está dirigido por el jefe, el más anciano, de la aldea, que se ocupa generalmente de dirimir las disputas por asuntos tradicionales, por ejemplo, los límites de tierras o las rencillas entre familias. Sin embargo, la parte administrativa es gestionada por un alcalde elegido democráticamente por todos los aldeanos.

El objetivo primordial es contar con tres aulas y un sencillo equipamiento de mesas y bancos corridos, así como tres letrinas y una verja que aísle a los alumnos del exterior a fin de que puedan desarrollar sus actividades con una cierta tranquilidad.

De forma secundaria, se pretende resolver las dificultades ligadas a la falta de las aulas. Sin duda, con este proyecto se conseguirá que puedan estudiar más tranquilamente y, sobre todo, que no se queden ningún día sin clase, al estar al abrigo de las intemperies, también significarán, para el resto de la población un elemento esencial de desarrollo, no teórico, sino bien práctico.


Existe, actualmente un Comité de Gestión Escolar que vela por las actividades actuales y, que sin duda, también se encargará de que el proyecto llegue a buen término. Una vez concedida la financiación, 31.662 euros, aportada en su mayor parte por la Fundación Polaris,  se prevé que las obras estén finalizadas en unos tres meses.

lunes, 18 de julio de 2011

El Señor de los Milagros socorre al Señor de las Aguas


Cinco horas de danzas, bailes y cánticos, un generoso almuerzo regado con cerveza de mijo, discursos de una decena de autoridades y el enorme jolgorio de los 1.500 habitantes de Tabitongo, norte de Mali, y la decena de aldeas vecinas, habitadas por la etnia dogón, constituyeron la alborozada celebración que sirvió de inauguración para el pozo denominado “El Señor de los Milagros”, el pasado mes de febrero, en esta remota región del Africa subsahariana.

La fiesta tenía razones bien fundadas. Aunque la Fundación Polaris World, con sede en Murcia, sureste de España, actuó como gestora del proyecto para la excavación del pozo, en realidad, fue a través de la generosa contribución (20.000 euros) de un devoto español, también murciano, que el pozo se ha hecho realidad.

En esta región desértica de África, paulatinamente englutida por el desierto, conviven en encomiable armonía cristianos, musulmanes y animistas. Después de la casi absoluta carencia de sanidad, la falta de agua es el segundo problema más grave. No es pues casualidad que la deidad principal animista, en esta franja sedienta del África subsahariana sea llamada, muy apropiadamente “Señor de las aguas”.  

En efecto, los 1.500 habitantes de la aldea de Tabitongo, cuyo significado es “el pueblo que está en la ladera”, una vez terminada la época de las lluvias, a principios del otoño, sobreviven, mal que bien, a decir verdad, más mal que bien, de la pequeña agricultura irrigada mediante el acarreo de calabazas que, con paciencia interminable, rellenan una y otra vez en las pozas de un cauce sin corriente. Llegado febrero, el cielo inmisericorde con esta región abrasadora, la pequeña presa que ha retenido las aguas de lluvia termina por agotarse.

No queda otro remedio que desplazarse entre 10 y 15 kilómetros cauce, siempre reseco, arriba. Los agricultores escarban en la arena un par de metros hasta encontrar bajo las arenas húmedas pequeñas retenciones del líquido elemento. Vuelta con la calabaza en la cabeza otros quince kilómetros hasta “el pueblo que está en la ladera”. A estas alturas del año, principios de verano, los cultivos ya se han marchitado semanas atrás. El agua arenosa sirve, como mucho, para la cocción del mijo, el sustento cotidiano de los lugareños.

La cadena de favores, aquí narrada, comienza a más de 4.000 kilómetros del país dogón, en Mali, que es donde el final feliz tiene lugar. Churra es una pedanía de Murcia, sureste de España, absorbida por la expansión de la capital y los nuevos centros comerciales. Un buen hombre, difícilmente puede el calificativo emplearse con más propiedad, a quien a partir de aquí llamaremos por su nombre de pila, Agustín, decide cumplir su promesa de hacer una buena obra.

El compromiso del señor Agustín, viene de lejos, de muy lejos. Exactamente se ha originado 9.021 kilómetros más al este, en el colombiano valle de Cauca a donde peregrinos de todo el mundo afluyen para venerar a “El Moreno”, la imagen de Jesús crucificado, popularmente conocido como “El Señor de los Milagros” en Buga. El señor Agustín conoce desde hace años a los salesianos de Churra, a quienes acude para que le orienten sobre qué obra buena podría financiar. Los salesianos ponen al señor Agustín en contacto con la Fundación Polaris World. De esta forma tan rocambolesca, quizá convendría calificarla de providencial, el cuadrilátero (Agustín, Fundación Polaris World, Buga, Tabitongo) se convierte en un círculo perfecto.

El del brocal excavado en la roca de Tabitongo, el pueblo que está en la ladera… sin una gota de agua. La promesa al “Señor de los Milagros” comienza a cumplirse en una pequeña explanada de Tabitongo a principios de 2010. La tarea no es fácil, el pueblo está asentado en una meseta rocosa, así que los 30 metros de profundidad del pozo tienen que ser excavados con barrenos de dinamita y un martillo neumático de segunda mano. Afortunadamente, perdón, providencialmente, a los 20 metros comienza a brotar agua, hecho que da la razón al zahorí que ha indicado el lugar exacto, localizado a medio camino entre la iglesia y la mezquita, donde resultaba imperativo excavar.

Dos meses después, el pozo, aparte de haber eliminado las interminables caminatas para recoger la escasamente potable agua arenosa en los recovecos del cauce, se ha convertido en un símbolo de convivencia entre todos los habitantes de Tabitongo y los alrededores. Se ha creado un comité de gestión del pozo para cuidar de su mantenimiento y limpieza. Todo el mundo puede acudir a extraer agua del pozo, el cual, por cierto, produce agua de excelente calidad. Cualesquiera sea la etnia o religión, sin distinciones de ningún tipo, extraen el agua que sirve para cocinar, beber, y una mínima higiene. El sobrante se usará para el ganado y el riego de los pequeños huertos familiares. La localización del pozo, a sólo 300 metros de la escuela facilita que las madres y los niños que acuden a la misma no ocupen su tiempo en interminables acarreos del agua, lo que, sin duda ninguna, les permitirá dedicar más tiempo al aprendizaje escolar.
De esta forma tan misteriosa, el Señor de los Milagros –cuya imagen y plegaria enmarcada se ha colocado en el atrio del pequeño templo católico- ha obrado uno de los suyos en pleno corazón de África negra.

martes, 5 de julio de 2011

De cómo con una cena se puede excavar un pozo

El presidente, Narciso Lozano, en la bienvenida
O más exactamente de 250 cenas que corresponden a los asistentes, tanto socios como simpatizantes que, con generosidad y alegría, participaron en la IV Cena Benéfica organizada por la Fundación Polaris el pasado 24 de junio. Entre los participantes, aunque no estuvieran presencialmente, hay que contar las cerca de 50 personas que lo hicieron a través de la modalidad Fila Cero.

Como en ocasiones precedentes, el evento tuvo lugar en El Lago de la Torre, de la Torre Golf Resort aunque en esta ocasión la organización del mismo y el servicio gastronómico estuvo al mando de “Los Churrascos”, la entidad, que gestiona actualmente el magnífico salón de celebraciones. Los mismos propietarios que mostraron una insondable generosidad para que todo discurriera con delicadeza y, al mismo tiempo, exquisitez, se sumaron a la Cena con la reserva de una mesa entera.

Tras el cóctel, celebrado en la terraza, al mismo lado de el lago, se inició la celebración propiamente dicha con la bienvenida del presidente, Narciso Lozano, de la Fundación, quien agradeció a los presentes y a los que, por motivos diversos, no pudieron asistir, el apoyo y sostén que durante el año habían mostrado hacia la Fundación, o para ser más precisos, a los proyectos que desarrolla en Mali. Como “prueba de vida” de la marcha de la Fundación, se proyectó un documental con imágenes de los principales proyectos recientemente terminados, así como de algunos recién iniciados. Aunque los recursos son menores, tal como subrayó el presidente, las necesidades van en aumento, por lo que toda ayuda que la Fundación canaliza, sea más pequeña o más grande, resulta de la máxima utilidad “para dar más a aquellos que la vida ha dado menos”.

Tras la rifa solidaria, salpicada de numerosos regalos ofrecidos por empresas pertenecientes a Polaris World, la fiesta continuó, amenizada por el grupo cubano: Cuba Mango, hasta las cuatro de la madrugada.

Tras la importantísima aportación financiera de Polaris Development al desarrollo del evento y sumando los beneficios de la rifa, así como de la Fila Cero, los beneficios netos fueron, aproximadamente, a 15.000 euros. Que traducido a la “divisa” de la Fundación equivale a un pozo, a un cuarto de centro sanitario básico, o a tres clases de escuela elemental.

miércoles, 22 de junio de 2011

Agua potable para la aldea de Orintouno (País Dogón, Mali)

Hace unos días concluyó, con éxito, la excavación del pozo de Orintouno, no lejos de Bandiagará en el noreste de Mali, financiada por la Fundación Polaris y realizado a solicitud del alcalde del pueblo. Con dos metros de diámetro y 30 de profundidad, a fecha de hoy, el pozo tiene cerca de los 7 metros de agua, todo un logro. Especialmente, si se considera que los habitantes tenían que desplazarse una quincena de kilómetros para el acarreo del agua.



La aldea de Orintouno, con 688 habitantes, se localiza en el municipio de Doucombo. El relieve físico es muy accidentado y rocoso, apenas se puede andar un solo kilómetro en llano. El clima es de tipo subsahariano, con tres estaciones: la lluviosa que dura aproximadamente tres meses, la fría de otros tres meses y otra seca y muy cálida, mucho más larga. Los ríos no existen, salvo cuando hay luvias torrenciales y, aunque el agua se almacena, no es suficiene para socorrer las necesidades de la población. La mayoría de la población está compuesta de dogones, aunque también se encuentran algunos pastores peulhs. Tras las elecciones de 2009 se cosntituyó un nuevo ayuntamiento que, con el apoyo de concejales de diversos partidos, está tratando por todos los medios de hacer progresar la aldea en el ámbito económico y sanitario.



El objetivo principal del proyecto es mejorar las condiciones sanitarias de los aldeanos, mediante el acceso al agua potable. De este modo, se calcula que se reducirán el 20% las enfermedades intestinales, se eliminarán, asimismo, los trabajos enormes que, sin descanso, realizan las mujeres para buscar el agua, así como de los niños. De manera secundaria, será usada, asimismo, para el ganado que representa una pequeña riqueza para la población.



Ya existen diversos comités para la gestión de diversas actividades, incluso uno para la gestión del agua (el pozo tradicional existente): para que esté siempre limpio, para dirimir las disputas, etc. por lo que se prevé que sea ese mismo Comité quien se encargue de la gestión una vez finalizadas las obras.



El pozo se ha cimentado adecuadamente, para que no se desmorone con las lluvias, se le ha dotado de un amplio brocal, a fin de protegerle de la suciedad de los animales. Y para un mejor aprovechamiento del agua, se ha construido un pequeño abrevadero.



El coste total del proyecto ha sido de 17.540 €, habiendo realizado los aldeanos una aportación del 1.524 €, el resto, esto es,16.015 €, han sido financiados en su totalidad por la Fundación Polaris. En una breve carta, el alcalde, en representación de todos los habitantes de la población ha manifestado su enorme satisfacción por disponer, finalmente, de agua en buenas condiciones. Y eso, durante todo el año.

martes, 7 de junio de 2011

Cuatro pozos para las viudas y huérfanos de Sevaré (Mali)

Terrenos donde se excavarán los pozos
La Fundación Polaris World ha decidido apoyar financieramente a la Asociación de Viudas y Huérfanos de Sevaré, centro de Mali, para que desarrollen una serie de actividades, principalmente ligadas a la agricultura, que les permitan generar unos ingresos económicos adecuados para subsistir ellas y los huérfanos que tienen a su cargo.



El proyecto consiste en adecentar unos terrenos, actualmente un auténtico erial, para convertirlos en huertos cultivables. De esta forma las viudas y los huérfanos implicados en el proyecto tendrán unos ingresos económicos que les permitirán llevar una vida más digna. La Asociación ha adquirido 2 hectáreas a fin de comenzar la sembradura, si bien todavía no se han preparado los terrenos. Para que el proyecto llegue a buen puerto, se prevé la construcción de cuatro pozos, el cierre con una valla de protección y la plantación de árboles en el perímetro que actuarán a modo de protección contra el viento.


Las viudas tienen que pagar una pequeña cuota de entrada en la Asociación y después, según su disponibilidad monetaria, adquieren participaciones. Básicamente se trata de lograr el acceso, mediante la pertenencia a la asociación, a terrenos cultivables, además de obtener una formación mínima de gestión y venta de los productos en el mercado local. En la asociación hay 178 mujeres y 75 niñas huérfanas.


El costo total del proyecto es de 9.146 €, la aportación de la Asociación será de 609 euros, por lo que el resto de la financiación necesaria, esto es 8.537    será donado por la Fundación Polaris.


Los gastos principales se centrarán en la excavación, arreglo del brocal e instalación de poleas de 4 pozos de 10 metros de profundidad, así como en la compra de semillas y pesticidas. Las obras han comenzado recientemente.

lunes, 30 de mayo de 2011

Pongonon, una aldea perdida, ha encontrado agua en medio del Sáhara

Pongonon es una aldea de unos 1.500 habitantes localizada en el noroeste de Malí, no muy lejos de la frontera con Burkina Faso. En pleno desierto del Sahara, la llanura se extiende hasta perderse de vista, por centenas de kilómetros, sólo salpicada de arbustos espinosos y algún que otro “baobab”.

El frecuente viento del desierto, que arrastra la arena, hasta convertir la escasa vegetación en invisible, no hace sino aumentar el sentido de sentirse perdido en medio de la nada. El pueblo, por llamarlo de alguna manera, más cercano y al que se llega por un laberinto de caminos arenosos, en la época seca, es Pel, situado a más de 40 km. de distancia.

Con todo, ni el viento, ni la arena asusta a los pobladores de Pongonon, más que habituados a la sequedad mientras pastorean, los llamados “peulh”, las cabras desperdigadas entre los arbustos o cultivan el mijo aprovechando la época lluviosa que, si hay suerte, dura unos tres meses, finales de la primavera hasta bien avanzado el verano. El temor principal de los dogón, la etnia que durante siglos ha sobrevivido en este desierto, es la falta de agua. Durante el otoño aprovechan en los pozos tradicionales, en realidad aljibes excavados en pleno arenal, el agua recogida durante la época de la lluvia. Cuando esta se agota, lo que suele acaecer hacia finales de año y, hasta la próxima estación lluviosa, comienza la peregrinación diaria, a veces dura tres o cuatro días, a otras aldeas que, situadas a 15 o 20 kilómetros, pueden disfrutar de algo más de agua.

Agua, que en todo caso, es escasa, lo que produce no pocos conflictos con los habitantes de otros pueblos, impide la escolarización de los niños, ocupados en las tareas de búsqueda y hasta divorcios. Como solución parcial a tan grave problema, la Fundación Polaris emprendió hace un año la tarea de excavar un pozo, no de mucha profundidad, unos 20 metros, la capa freática no está muy profunda, pero con técnicas más propicias para que disponga de agua a lo largo del año, esto es, tenga un manantial, además de dotarlo de anillos de hormigón para que no se hunda, así como un brocal que preserve unas condiciones sanitarias mínimas. Los animales podrán beber de un pilón anexo, a la vez que la soga de la polea de extracción evitará ser contaminada con los excrementos.

De este modo, se cumple la doble finalidad de dotar de agua a una población con extremada necesidad de ella, pero en un marco sanitario mucho más adecuado. La obra, ya finalizada y en funcionamiento, ha costado 15.483 euros. Los pobladores han contribuido al costo con 2.286 euros, por lo que la aportación de la Fundación Polaris ha sido de unos 13.196 euros.

lunes, 23 de mayo de 2011

Escuela infantil en Gao, Mali, en el fin del mundo (casi)

La Fundación Polaris World ha financiado la construcción de tres clases escolares en Gao, una remotísima zona del este deMali, al borde del río Níger y muy cerca de la frontera con Burkina Faso. El proyecto, cuyo costo supera los 40.000 euros, será ejecutado por las religiosas de S. José de Cluny, entre las que se encuentran algunas españolas, siendo de las pocas europeas que permanecen en la zona ante la amenaza terrorista del extremismo islámico.



El proyecto consiste en la construcción de tres clases para escolares en edad infantil a fin mejorar los niveles de conocimiento y la capacidad intelectual de los pequeños, los más vulnerables de la región que no tienen apenas medios, ni siquiera para los estudios más elementales. Para completar el proyecto, se proyecta, asimismo, la provisión de material didáctico, una pequeña biblioteca, además de espacios adecuados para el estudio y el apoyo escolar. Los principales beneficiarios de la construcción de las tres aulas serán los niños de 3 a seis años, perteneciendo todos a familias muy humildes y desfavorecidas. En total, cada curso se beneficiarán 50 niños por clase, es decir, 150 niños por año.



El proyecto está amparado por la parroquia católica de Gao, en plena zona desértica, muy conflictiva por situarse en un área con muy escaso control por parte del Gobierno central. Desde su fundación, la parroquia ha trabajado en todo momento con pobres, enfermos y desheredados que han encontrado en la parroquia un apoyo, prácticamente el único. Esta ayuda, sea en socorros alimentarios, asuntos de salud, escolaridad, etc. se presta, según los medios disponibles y sin tener para nada en cuenta la religión, la procedencia, la raza o el sexo.



La ayuda que se presta, siempre insuficiente, se extiende también al ámbito de la escolaridad, tanto para los niños, como para la formación de adultos, incluso se trabaja también con los prisioneros de la cárcel de Gao, sometidos a notables dificultades alimenticias. La parroquia, inmensa, ya que cubre las regiones de Gao, Kidal y Tombuctú, realiza una tarea muy delicada en apoyo de la Asociación ASED (Asociación para la Ayuda a los Niños Pobres), chicos procedentes de familias muy desfavorecidas, sobre todo huérfanos, intentando, al menos, ofrecerles una comida al día y animándoles a asistir a la escuela elemental.



Con la construcción de las tres aulas, se prevé mejorar los niveles de conocimiento de los escolares, una población muy vulnerable ya que no tienen ningún medio para estudiar lo más elemental. De forma secundaria, el proyecto también servirá para mejorar las condiciones socioeconómicas de los familiares de los niños y tiene como propósitos específicos: asegurar que haya una continuidad escolar propiciando unos medios adecuados de escolarización, fomentar la escolaridad de las niñas, un asunto que siempre es problemático en la zona, y el desarrollo del lenguaje entre los más pequeños. Muchos tienen dificultades para comunicarse porque sus padres no hablan mucho con ellos, lo cual agrava el problema a medida que se hacen mayores.





El costo total del proyecto se eleva a 44.002 euros. Tras analizar los diferentes aspectos del mismo, la Fundación ha acordado aportar 31.293 euros, a lo largo de dos años, ya que las clases se construirán paulatinamente. Parte del dinero contribuido se destinará a la construcción de un pequeño despacho para el director y unas letrinas que mantengan unas condiciones higiénicas mínimas entre los alumnos. Las obras están a punto de finalizar.

lunes, 16 de mayo de 2011

IV Cena Benéfica en la Torre Golf Resort

El próximo  24 de junio, viernes, se celebrará, en El Lago de la Torre de La Torre Golf Resort, la tradicional Cena Benéfica de la Fundación Polaris World, que en esta ocasión celebra ya su cuarta edición. La Cena Benéfica se ha convertido, durante las ediciones anteriores, en una excelente ocasión de colaborar con los proyectos de la Fundación. Además de disfrutar de una velada variada y agradable, donde se combina el conocimiento y conversación entre los socios y simpatizantes que acuden, con algún espectáculo musical de calidad, la Fundación a través de murales, proyecciones e imágenes muestra las principales actividades llevadas a cabo en el año.

La gala se salpica de una generosa tómbola y otros elementos lúdicos, incluida una excelente gastronomía, lo que permite a los participantes, cada año han participado unas 400 personas, disfrutar de un rato divertido con el aliciente de estar ayudando a personas que necesitan del apoyo de la Fundación. El beneficio neto se sitúa en torno a los 20.000 euros (más o menos lo que vale excavar un pozo en África). Precisamente este año, los beneficios que se obtengan se dedicarán a la excavación de cuatro pozos en el proyecto de “Ayuda a las viudas y huérfanos de Sevaré, Mali”, descrito en este mismo blog. 


martes, 10 de mayo de 2011

Dotación de agua potable y equipamiento para escuela de Yaoundé (Camerún)

La Fundación Polaris World financió recientemente, con 30.000 euros la infraestructura de agua potable para  un  centro polivalente de educación secundaria y promoción social  en el barrio rural de Simbock, en Yaoundé, gestionado por la congregación de las hermanas de Jesús María.  El proyecto ha financiado la construcción de dos pozos con sus bombas, así como de parte del equipamiento educativo: libros de texto para las aulas. El bajo nivel económico de los alumnos del barrio no les permite comprar los libros.



El centro polivalente para el que se ofertarán las plazas ofertará, una vez completado el proyecto, 1300 plazas escolares del nivel de secundaria: cursos de promoción social e integración laboral: alfabetización, corte y confección, lenguas,  informática y artesanía tradicional;  campos de deporte abiertos al barrio en horario extraescolar; biblioteca de 100 puestos abierta al barrio en horario extraescolar



Sin existir un censo oficial del barrio, los jefes locales estiman al menos 10.000 personas (censo de adultos).  Es un barrio nuevo de gran crecimiento que acoge desplazados de zonas rurales de bajos ingresos (60% de la población vive con menos de un dólar diario) y a personas del gobierno de rentas altas, poniéndose en evidencia las enormes diferencias sociales. Así coexisten en el barrio coexisten dos clases sociales en contraste: miembros del gobierno que habitan en grandes parcelas y casas lujosas, y la población rural originaria a la que se ha unido otra  población que no puede mantener o acceder a una vivienda propia, afectados por la crisis económica o provenientes de zonas rurales. Un sector importante (30%) viven en habitaciones alquiladas, al carecer de viviendas.





Con la  dotación de agua potable al centro educativo mediante la construcción de dos pozos con sus bombas y el equipamiento educativo: libros de texto para las aulas y biblioteca se mejorará la situación social, educativa y sanitaria de la población del barrio de Simbock. El establecimiento de un centro educativo, en todos sus aspectos y actividades supone la creación de puestos de trabajo en el barrio que ayudará a la mejora del nivel de vida de muchas familias.



La ejecución de los pozos, la ha  realizado una fundación especializada “Projet Eau Potable- Otelé”, con la que se han realizado otros pozos en el barrio. Esta organización asume  la reparación y mantenimiento de los pozos y bombas de agua. En la ciudad hay técnicos especializados para el mantenimiento de equipos e instalaciones. La empresa constructora establecerá, de acuerdo con la contraparte local, un periodo de garantía de los trabajos ejecutados.



El primero tiene una profundidad de 26m, un caudal de 850l/h  y ha sido construido con aros de hormigón y acabado exterior en cemento,  con una bomba manual y otra eléctrica instalada. El costo ha sido de 9.146,34€. El segundo pozo de 26m de profundidad, caudal 850l/h  y construido con aros de hormigón y acabado exterior en cemento,  tiene una bomba otra eléctrica instalada. El costo total ha alcanzado los   8.384,15 €



El resto de la financiación otorgada por la Fundación Polaris World se ha dedicado a la compra de 182 juegos de  libros de texto  para la utilización de los  alumnos en las salas de clase y biblioteca.