Este refrán, muy popular en Mali, bien
que en otra zona del país, en Tuba y en la lengua de los Bwa, la etnia local,
viene a decir algo así como “la solidaridad hace que el ciempiés camine”. Una
expresión que se adapta a las mil maravillas al Pozo de supervivencia en
Bougou, que la Fundación ha financiado en el país dogón, noroeste del país,
cerca de la frontera con Burkina Faso y de cuyo inicio de obra en unas
condiciones durísimas (está excavado en la roca a fuerza de cartuchos de
dinamita) informábamos en esta entrada.
Obviamente, el sentido figurativo de
los africanos en general y, la imaginaria maliense en particular, hace
referencia no al curioso bichito que se mueve con notable agilidad, pese a su
aspecto rechoncho, sobre decenas de patas. Y eso es lo que le ha ocurrido al
pozo de Bougou, donde gracias a la colaboración de los amigos y simpatizantes
de la Fundación ha sido posible que las obras, sobre cuyo progreso se informaba
en esta entrada del blog, hayan sido finalizadas en tiempo récord.
A decir verdad, además de la
solidaridad de muchos, en este caso el peso de financiación de la obra ha sido
llevado a cabo por la familia Ferrer, amigos tan solidarios como
inquebrantables con las actividades que lleva a cabo la Fundación.
Especialmente, el “pater familias”, Valentín Ferrer quien ha mostrado un
especial interés en que el pozo fuera excavado con la mayor rapidez posible,
antes de que llegara la época de las lluvias.
Así que de acuerdo con el Comité de
Gestión del Agua de Bougou y el Patronato de la Fundación Polaris, se decidió
que el pozo llevara el nombre del benefactor principal, esto es, Valentín
Ferrer. Por un malentendido lingüístico, en algún momento de la transmisión de
los mensajes la palabra del apellido FERRER fue transladada por nuestros amigos
malienses en FRERE (hermano), lo cual, en el fondo responde a la realidad,
puesto que en la financiación nuestro Valentín Ferrer ha sido apoyado en todo
momento por diversos miembros de su familia. Así que, sin quererlo, el
malentendido se ha convertido en un malentendido.
Como se puede ver por las imágenes,
donde se observa el progreso de la obra, la terminación es impecable, siguiendo
el modelo de otros pozos excavados por la Fundación en Mali. Así el brocal, un
muro semicircular de un metro de altura, evita que la suciedad acarreada por
los animales o arrastrada por el viento del desierto termine dentro del pozo,
contaminando el agua. Para más seguridad, la protección se completa con una
tapa metálica sobre la que se levanta un armazón de hierro, usado como soporte
para la polea o las sogas con la que se extraen los cubos con –nunca mejor
dicho- el preciado elemento. Como curiosidad para los interesados en lingüística:
CANCANU es la palabra local para CIEMPIÉS.