Hace unos días nos
llegaba la comunicación desde Mali del exitoso fin de la excavación del Pozo de
Olguiné, localizado, como el resto de los últimos proyectos de la Fundación Polaris en
el País Dogón, en el centro del país y no muy alejado de la frontera burkinesa.
Excavado en un terreno muy rocoso, como todo el resto de la meseta que se
extiende por encima de la falla de Bandiagara, la raya que separa el éxito del
fracaso es una línea muy delgada.
Es cierto que la capa
freática no está a mucha profundidad, entre 30 y cuarenta metros. Pero asumir,
como se puede ver en las
imágenes del inicio de la excavación, en que el zahorí acierte con los dos
metros de diámetro señalados con una simple azada en el suelo, acaso no resulte
el más científico de los métodos. En cualquier caso, a esto se debe sumar, ni
de lejos conviene infravalorarlo, la experiencia de los lugareños,
especialmente de los ancianos que se transmiten las historias de generación en
generación. Incluidas aquellas donde se narran los lugares donde,
supuestamente, en el subsuelo hay agua.
Sea como fuere, la
obra se ha ejecutado en un tiempo récord, en apenas cuatro meses, con lo cual
los habitantes de Olguiné, que al
llegar abril se quedaban sin agua, una vez acabada la recogida de las
lluvias en un aljibe, ahora disponen de cuatro hermosos metros de agua,
provenientes del subsuelo y, por lo tanto permanentes. El agua es de buena
calidad y apta para el consumo humano.
La Fundación Polaris World ha aportado 20.878 euros. Esta
cantidad es ligeramente superior a la que suele costar un pozo en la otra zona
del país dogón, lo que ellos llaman la llanura arenosa. Los habitantes de las
aldeas beneficiarias han colaborado con unos 1.500 euros, así como con trabajo
en especie y han corrido, como es tradicional, con el alojamiento y la
manutención de los poceros. El hecho de tener que excavar en roca hace que los
trabajos de los poceros sean más complicados y peligrosos, dado que se tiene
que recurrir a cartuchos de dinamita para cuartear la roca. En este caso, el
pozo tiene una profundidad de 30 metros. Como siempre, se ha seguido el modelo de pozo diseñado por la Fundación: dotado de un brocal de un par de metros, con tapadera, perímetro exterior en cemento y arco con polea, a fin de preservar las condiciones sanitarias del entorno.
El epílogo de la excavación del Pozo de Olguiné ha
sido escrito por una generosa donante de Cartagena. Ana, que ni siquiera era
socia de la Fundación Polaris, había oído hablar de las actividades que la
Fundación lleva a cabo en África. Así que hace unas semanas, poco antes de
fallecer, dejó encargado a sus familiares que se donaran 2.000 euros para uno de
los proyectos. Cumpliendo con su voluntad y para sorpresa del presidente,
Narciso Lozano, que no les conocía de nada, se pusieron en contacto con él para
donar la citada cantidad. En su honor, el Pozo de Olguiné se llama, Pozo Ana
Pagán. ¡Bienaventurada sea! porque gracias a ella y otras decenas de
simpatizantes y amigos, los habitantes de Olguiné ya disponen de agua, aunque
sea en junio. Se trata del proyecto nº 106 de los realizados por la Fundación Polaris en África desde 2004.