domingo, 2 de octubre de 2016

MINTA (MALI): EL NIÑO DEL BARÇA YA TIENE DISPENSARIO

Cuando en la primavera la Fundación Polaris World comenzó su último proyecto, el Dispensario de Minta, entre las imágenes que nos llegaron de la aldea y sus habitantes, una de las más llamativas era la de un niño sentado en el suelo, entreteniéndose con las virutas que algún adulto, tras tallar varios mangos de herramientas agrícolas había dejado en el suelo. Otro niño, también con camiseta “culé” le observa sentado en una piedra. [Álbum fotográfico]

Para estos dos niños de la aldea de Minta, así como para otras 11 aldeas de los contornos: Dissa, Oufou, Zerema, Saye, Boila, Djinto, Mangan, Boussouré, Anakana, Domini y Molé, la Fundación, con un coste de 36.500 euros acaba de dar, literalmente, los últimos retoques al dispensario que servirá para cubrir las necesidades sanitarias básicas de una población asentada en una zona remotísima de Mali, ya en la frontera con el país limítrofe, Burkina Faso.

Los lugareños tienen el compromiso, como ha ocurrido en los otros 8 dispensarios en funcionamiento que la Fundación ha construido durante los últimos años en el País Dogón (noroeste de Mali) de contratar, primeramente, un auxiliar de enfermería cualificado y una comadrona, así como disponer de un pequeño stock de medicinas pagado por la población local. En un plazo de, aproximadamente, dos años, el Gobierno asumirá el usufructo del Centro de Salud de Minta dotándolo, previsiblemente, de un médico con visitas rotatorias.

La parte más frágil de la población, embarazadas y bebés, encontrarán un espacio para mejorar sus posibilidades de supervivencia (la tasa de mortalidad suele superar los 100 niños por cada 1.000 habitantes). El Comité Local, conformado por representantes de las 12 aldeas, se encargará del mantenimiento del dispensario.

El modelo de centro de salud que ha implantado la Fundación Polaris World en el país dogón consiste de tres módulos. Uno, más pequeño, hace las funciones de despacho para el personal médico, archivos y farmacia. Un segundo módulo sirve para la consulta de los enfermos y un tercero se usa como maternidad, preservando una cierta intimidad para las parturientas en unas condiciones sanitarias mínimamente dignas.

La construcción, relativamente rápida, pese al aislamiento de la zona [Google Maps], ha sufrido el parón de la época de las lluvias, cuando los habitantes de las aldeas dedican todo su tiempo a la siembra del mijo, uno de sus principales sustentos. Curiosamente, pese a que Minta se encuentra en pleno desierto subsahariano, también existe una pequeña economía, básicamente de subsistencia, a través de la pesca. En la época de las lluvias una depresión recoge el agua de las zonas adyacentes y se crea una importante laguna donde, tradicionalmente, se trabaja, durante un corto espacio de tiempo, en la pesca.

Como se puede ver en el álbum fotográfico, es impensable traer desde Mopti o Bandiagara, salvo los marcos de las ventanas y las puertas, el material de construcción, así que la solución ha sido elaborar “in situ” las bovedillas para construir los muros. En una zona tan desértica, uno de los problemas principales ha sido el agua para mezclar el cemento, tarea en la que han colaborado los habitantes, así, también es parte de su colaboración en especies, en el alojamiento y manutención de los albañiles. Una manera de abaratar los costos.


Y aunque parezca raro, el material más caro, ha sido, como suele ser habitual en estos casos, la arena para elaborar el cemento. La arena, la que se usa para fraguar el mortero, no todas valen, hay que acarrearla desde lugares alejados. En cualquier caso, el proyecto está terminado, como se puede ver por las imágenes, cuya toma ha coincidido con el fin de la época de las lluvias, de ahí que el verdor domine sobre el ocre de los edificios y contraste sobremanera con algunas de las otras imágenes tomadas durante la época seca.

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