Pozo tradicional en Iweré, en realidad un aljibe |
En plena llanura del país dogón, noroeste
de Mali, camino de la frontera de Burkina Faso, a unos veinte kilómetros de la
espectacular falla de Bandiagara, el clima de tipo subsahariano, caracterizado
por una estación seca bastante larga y una estación lluviosa de unos tres o
cuatro meses, no amilana a los pobladores de Gansogou, Tina y Tinssagou, tres remotas aldeas que
luchan, en medio de la nada, contra la desertización motivada por el viento y,
sobre todo, por la falta de agua. La pluviometría es
muy variable, aunque se advierte que cada año es menor. Así en el último
decenio en el partido judicial de Koro, donde están asentadas las poblaciones,
el mínimo algunos años se ha situado en 156 mm . Mientras el máximo ha podido alcanzar
los 848 mm .
Los suelos son muy arenosos y porosos, lo
que hace que el agua de las lluvias sea muy complicada de retener en
superficie. Todo ello lleva a la degradación de la vegetación y a la desecación
muy rápida de algunas balsas. Por las mismas razones, las capas freáticas son
muy desiguales y difíciles de controlar, a veces se encuentran a 40 metros de la
superficie, aunque en ocasiones hay que llegar a los 80.
La enorme pobreza de los habitantes, sus
desconocimientos técnicos, así como la falta de organización implica la
dificultad de construir pozos o puntos de agua suficientemente sostenibles
desde el punto de vista técnico y sanitario. Ello produce que en algunas zonas
la cobertura de agua no supere el 28% en algunos poblados, en otras puede
llegar, aunque nunca en condiciones sanitarias aceptables, hasta el 80%. Las
consecuencias, sobre todo infecciones, tanto para los animales como para las
personas son desastrosas. El consumo de agua llena de barrillo, extraída de
charcas y pequeños pantanos provoca numerosas infecciones intestinales,
mortales en numerosos casos, sobre todo para los segmentos de las poblaciones
más fragilizadas, los niños.
Los habitantes viven del cultivo de
cereales, sobre todo el mijo, pero siempre sujeto a los caprichos de la
pluviometría. La llanura donde se encuentran los poblados concernidos se
denominaba hace años “granero del mijo”, pero en los últimos años, debido a la
escasez de agua no puede, ni siquiera, soportar a los propios habitantes de la zona. La ganadería también ha ido a
menos, a causa de la falta de agua, provocando numerosos conflictos entre las
etnias trashumantes, dedicadas a la ganadería y las poblaciones más asentadas.
Existe un ligero incremento de comercio
gracias a las ferias locales, celebradas en las diferentes aldeas de forma
rotatoria semanal, si bien, la mayoría de las transacciones son ejecutadas por
los hombres, lo que crea una notable desigualdad de recursos con las mujeres,
especialmente las más necesitadas (viudas, familias muy numerosas, etc.)
Por razones económicas y sanitarias, la
carencia de agua es uno de los principales factores de falta de desarrollo, por
lo cual, la construcción de los tres pozos resolvería no pocas dificultades
actuales relacionadas con este grave problema. Cuando no se producen accidentes mortales. Hace unos meses en el pozo de la imagen, una madre con su bebé a hombros, cayó en el pozo al hundirse las maderas podridas que protegían el acceso. Perecieron ambos.
La Fundación Polaris World, con el apoyo
de Cáritas Mali, ha financiado y comenzado la excavación de tres pozos. El
objetivo principal del proyecto es la mejora de las condiciones de acceso al
agua potable de las tres aldeas concernidas, pertenecientes a la parroquia de
Pel. La población de los tres pueblos y algunas pedanías adyacentes supera las
5.000 personas en total.
La etnia principal son los dogones, con
algunas familias mossis. Los habitantes beben agua arcillosa. Ello pese a que las mujeres tienen
que pasar más de 7 horas por jornada a la búsqueda del agua; en numerosas
ocasiones se tienen que desplazar a otras aldeas vecinas, a unos 5 kilómetros de
distancia, donde, en ocasiones, las condiciones no son mucho mejores. La
construcción de los pozos beneficiará a numerosas personas, tanto a los
habitantes sedentarios de las aldeas, como a las familias trashumantes de
ganaderos, así como a otras aldeas vecinas. Los trabajos serán ejecutados por
el equipo de “Proyectos de pozos Pel/Segue”, que está instalado en Pel, bajo la
coordinación de Cáritas Diocesana de Mali, sede de Mopti.
Para garantizar la viabilidad del
proyecto, Cáritas y la Fundación Polaris, han puesto su confianza en las
asociaciones femeninas locales. En efecto, para este tipo de proyectos, suelen ser ellas,
especialmente en el asunto de la higiene y la limpieza, quienes mejor se
organizan a fin de aplicar unas cuantas reglas básicas que sirven para una
mejor utilización de los puntos de agua. Asimismo, desarrollan, una vez que
tienen disponible el agua en condiciones sanitarias mínimas, diversos programas
de aprendizaje, tales como técnicas de filtración de agua y el tratamiento
adecuado de las mismas.
El costo total de los tres pozos, incluido el brocal
y abrevadero, necesarios para garantizar la higiene será de unos 39.000 euros.
Al acceder a la financiación, la Fundación Polaris solicitó que la aportación
local, en especies y mano de obra, fuera de unos 1.500 euros por pozo. De este modo,
la aportación de la Fundación para cada uno de los 3 pozos superará,
ligeramente, los 10.000 euros. Las obras en la aldea de Tinssogou, comenzaron
hace varias semanas.
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