Dentro de pocas semanas, al llegar el mes de abril,
el agua de lluvia almacenada en las pozas del cauce cercano terminará por agotarse y los 697 habitantes
de la aldea de Bougou (Mali) se verán obligados, como lo vienen haciendo
durante años, a excavar en la arena de la rambla. Ésta ha almacenado el agua de
las lluvias, normalmente caen entre junio y septiembre, creando una pequeña
capa freática, un metro por debajo de la superficie. En realidad, el agua que
extraen así, está sucia y llena de arena, pero es el único modo de acceder al
agua, bien que ésta se encuentre en pésimas condiciones. Lo peor viene después.
Al consumirse tras una somera filtración con utensilios caseros, muchas veces
sin ser hervida adecuadamente, las enfermedades intestinales de todo tipo se
multiplican, haciendo estragos entre la población más débil, los niños, aunque
tampoco los adultos se libran de esta lacra que, en numerosas ocasiones, es
mortal.
Hace unos meses, Paul Ossagou, alcalde del municipio
de Doucombo, donde se asienta la aldea, integrada en el distrito de Bandiagara
(centro del país) solicitó ayuda a la Fundación Polaris World para la
construcción de un pozo que les permitiera acceder a una capa freática más profunda
y dispusieran de agua limpia durante todo el año. Como la aldea se encuentra en
una zona muy rocosa del país dogón, el agua, una vez encontrada, suele ser de
excelente calidad. La capa freática, a fin de que el pozo disponga de unos
cinco metros de agua, suele llegar al excavar entre treinta y cuarenta metros
de profundidad. El problema es la excavación del pozo, puesto que la roca es
durísima y los medios técnicos no excesivamente sofisticados. Pero para ello,
la Fundación Polaris World cuenta con la experiencia del pocero Daniel Kene,
quien ha llevado a cabo varios proyectos, como el Pozo de Orintouno y otros, de
características similares. La solución es un martillo neumático y dinamita.
Para la dinamita, dado que el país se encuentra en
guerra, el frente ahora está unos 500 kilómetros más
al norte, el hecho de transportarla representa un notable peligro. Por
beneficiosao que sea el uso final, la sospecha en los controles militares es
insoslayable: no siempre resulta fácil distinguir entre un extremista islámico
y un modesto pocero que transporta unos cartuchos de dinamita en el
portaequipajes. La segunda dificultad estriba en que al descender la cota de
excavación, el polvo de la roca triturada crea enormes dificultades
respiratorias a los poceros que tienen que relevarse o recurrir, no siempre es
posible, a un primitivo sistema de extracción de polvo.
Por el momento, los trabajos han comenzado. Se trata de
excavar un pozo de 2 metros
de diámetro y unos 30
metros de profundidad. Resulta difícil pensar en cómo
los poceros aciertan a dar con la capa freática, empezando por el punto donde
iniciar la excavación, considerando la aspereza y sequedad, en decenas de
kilómetros a la redonda. Sin embargo, en la quincena de proyectos llevados a
cabo por la Fundación en la zona, ni una sóla vez se han equivocado. Esperemos
que ésta no sea la primera.
Bougou, el nombre de la aldea, significa “caseta o
cobertizo”, en lengua bambara, el fundador de la aldea era un bambara, que al
llegar al lugar dijo: “me quedo aquí y hago una caseta”. Se trata de uno de los municipios más
grandes de la comarca, Doucombo limita al norte con el municipio de Kendié, al
sur con los ayuntamientos de Bara sara et kani bonzon y al este con los de
Soroli, Dandoli et Dourou, mientras que al oeste tiene a Pignari Bana et Pignari. Está a unos 12 kilómetros de
Bandiagara, al borde de la carretera
nacional 15. En el mismo municipio, aparte del pozo de Orintouno (17.000
euros), la Fundación ha financiado el Centro de Salud Comunitario de Bodjo
(37.000 euros)
Casi toda la población
es dogón, con algunos peul (pastores transhumantes). Existe una coexistencia
pacífica entre las tres religiones: animista, musulmana y cristiana, profesadas
por la población. Tras las elecciones de 2009, se compuso un comité municipal,
con miembros de diversos partidos, con
el proyecto de desarrollar la aldea, entre cuyas prioridades se cuentan la
construcción del pozo que ahora ha comenzado a excavarse. Una vez finalizada la
obra, se mejorarán las condiciones sanitarias mediante la dotación de agua
potable, se disminuirán las enfermedades intestinales, debidas al consumo del
agua insalubre, se reducirá el tiempo que las mujeres dedican a la búsqueda del
agua, y, si posible, dispondrán de un pequeño excedente de agua para los
animales.
El pozo, una vez terminado, será de uso para todos los
habitantes, sin distinción. El jefe de la aldea organizará un comité que se
encargue del mantenimiento de las instalaciones. El proyecto, financiado por la
Fundación Polaris World con 14.600 euros, otros 1.500 serán aportados por los
lugareños, podría estar finalizado en 3
meses.
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