Hace unos días nos llegaron
las imágenes de la Escuela de Nacombo en Mali, el edificio completamente
terminado, en la piedra local, con sus tres clases, un despacho del director,
que hace las veces de almacén de material, así como tres letrinas, ligeramente
alejadas del edificio principal. Hasta tiene su cartel de la Fundación Polaris
World. Un proyecto del que hablábamos en una entrada previa de este blog, pero
cuyas imágenes, como dice el dicho dicen más que mil palabras.
El álbum con las imágenes
está puesto en orden inverso al de la realización de la obra. Basta echar una
somera mirada a la serie de fotografías para darse cuenta de lo que puede
significar para los alumnos, deseosos de usar las tres aulas nuevas, recibir la
lección en unas instalaciones flamantes, comparadas con los cobertizos
abiertos, literalmente, a las intemperies del tiempo, donde en la actualidad
aprenden a leer y escribir. Al menos, entre otras ventajas, las tres aulas
nuevas, bien que modestas quedan al resguardo del riguroso clima de la zona.
En las imágenes intermedias
se puede apreciar el proceso de construcción que, según las reglas de la
Fundación Polaris World debe respetar ciertas normas medioambientales,
especialmente el material utilizado. En este caso, para no desentonar de las
casas y construcciones del país dogón, donde está situada la aldea de Nacombo,
se ha tallado la piedra local en el mismo lugar de la construcción, por lo que
la sintonía con el paisaje y la aldea es casi total. Asunto no menor es la
construcción de tres letrinas, a unas decenas de metros de las aulas, a fin de que,
con las limitaciones que tienen las letrinas, se mantengan unas condiciones
higiénicas mínimas para los más de 150 alumnos que, en breve, sin ni siquiera
esperar al inicio del curso, ocuparán las aulas.
Aunque la Fundación tiene
por regla, dados los escasos recursos de que dispone, no adquirir equipamiento
escolar, en esta ocasión se ha hecho una excepción, considerando las
lamentables condiciones existentes: los alumnos se sientan sobre piedras o en
el suelo, como se puede apreciar en algunas de las imágenes, por lo que se han
comprado bancos: el último detalle de las preciosas aulas para que el proyecto
esté completado.
Según Abel, nuestro
corresponsal en el país dogón, “la población de Nacombo y de las aldeas
vecinas, manifiestan su felicidad y transmiten su agradecimiento por las tres clases,
las letrinas y el despacho de la nueva escuela de Nacombo”.
Como nota final, la
Fundación ha pedido que la campana de la Escuela de Nacombo siga siendo la
misma que hasta ahora se venía usando: una llanta de coche colgada de un
baobab.
En otro orden de cosas, los
pozos de Senguebengou y Bougou, comenzados recientemente se han paralizado de
manera momentánea, a la espera de disponer de dinamita con la que seguir
excavando, por el estado de guerra del país, los explosivos han sido retirados
del mercado.
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