La Fundación de los Trabajadores de El Pozo Alimentación y el Ayuntamiento
de Cartagena han financiado la construcción del pozo de supervivencia de Tena-Kana,
en Mali, por valor de algo más de 10.000 euros. La coordinación del proyecto
que, recientemente, se concluyó con éxito, es decir, con la obtención de agua
permanente, fue coordinada por la Fundación Polaris World, en cooperación con
la Escuela Père Michel, de los Salesianos de Bamako, la capital maliense.
El proyecto ha consistido en la excavación de un pozo de un par de metros
de diámetro y unos 60 de profundidad, dotado de un brocal y anillado en cemento
los primeros metros para que no se deteriore la abertura, ni se ciegue con la
arena. Aparte del brocal, protegido con un murillo de algo más de un metro de
altura, y una tapadera metálica, por cuestiones higiénicas, también se ha
construido un pequeño abrevadero a fin de poder usar el agua excedente, en caso
de que se diera el caso, para que beban los animales del poblado. Una vez
encontrada el agua, los principales beneficiados son los 2.200 habitantes de la
aldea, aunque también acuden los de otras aldeas limítrofes, sin distinción de
etnia, ni religión.
Tena-Kana (significa “Cimientos Nuevos”) para diferenciarlo de otra aldea
cercana que se llama Tena (Cimientos). En el momento de la fundación de la
aldea, el fundador se dijo “se trata de un lugar fértil y adecuado para la
ganadería, así que aquí vamos a poner los cimientos”.
La aldea está situada a unos 48 kilómetros de Pel (partido judicial y centro
parroquial que se ha encargado “in situ” de la ejecución del proyecto). La
mayoría de los habitantes pertenecen a la etnia dogón, dedicados a la
agricultura sedentaria, principalmente el mijo, aunque también poseen algo de
ganadería. También se asientan en la aldea, en temporada, los pastores
trashumantes de la etnia “peulh”.
El único acceso al agua, hasta la construcción del nuevo pozo era a través
de un pozo tradicional (en realidad, un aljibe que recoge el agua de lluvia).
El pozo se seca hacia el mes de noviembre, un par de meses después de que comience
la época seca. Incluso cuando tiene agua, en la época de lluvias (desde junio a
octubre), las condiciones higiénicas son lamentables: agua sucia o arenosa, con
lo que las enfermedades intestinales son abundantes, especialmente entre la
población más frágil y necesitada: los niños de corta edad.
Cuando el pozo se seca, a partir de noviembre no queda gota de agua, con lo
que los moradores tenían que desplazarse a 3 kilómetros , a la
aldea más cercana. Esto causa un doble problema: ocupa una buena parte de la
jornada de las mujeres y los niños, los encargados de transportar el agua, con
la consecuencia adicional de que los niños dejan de acudir a la escuela. Asimismo, como en los pueblos
vecinos el agua tampoco es muy abundante se ocasionan numerosas disputas y
rencillas entre los habitantes.
Se trata de una zona muy árida, al este de
Mali, cerca de la frontera con Burkina Faso. La pluviometría, muy escasa, no
más allá de los 300 ml. representa el principal problema, pues queda
concentrada en la época de lluvias (junio a septiembre) y durante el resto del
año el calor es abrasador, combinado, ocasionalmente con importantes tormentas
de arena, lo que hacen del medio un contexto muy hostil donde la desertización
crece a pasos agigantados: se trata de una de las regiones habitadas más
ásperas del desierto del Sahara
Esta región cercana a los recientes combates entre fuerzas de intervención
extranjeras contra extremistas islámicos y rebeldes tuareg ha quedado, económicamente,
muy debilitada porque el turismo existente en la zona, especialmente el
acantilado de Bandiagara, ha desaparecido en la práctica, por problemas de
seguridad.
Con el nuevo pozo se mejorarán las condiciones
sanitarias de la zona, lo que implica, entre otras numerables ventajas, la
disminución de la tasa de mortalidad maternal e infantil, especialmente las
relacionadas con las enfermedades intestinales, debidas al consumo del agua
insalubre. Menos importante, pero para nada un asunto banal: se reduce el
tiempo que las mujeres dedican a la búsqueda del agua, incluso, en ciertas
ocasiones, se dispondrá agua para los animales, uno de los pocos medios de
subsistencia económica.
La
aldea ha creado el Comité de Gestión del Agua, coordinado por el anciano del poblado
que se encarga del mantenimiento, reparación y limpieza del pozo. Los
habitantes de Tena Kana, como es tradicional en la zona, han aportado su
trabajo en especies al proyecto, además de dar alojamiento y manutención a los
poceros, durante el tiempo que han durado las obras.
La
financiación de la Fundación de los Trabajadores de El Pozo Alimentación ha
sido de 6.000 euros, mientras que el Ayuntamiento de Cartagena ha corrido con
el resto, siendo el total 10.400 euros.
Tena Kana es el
vigésimo primer pozo que la Fundación Polaris World ha excavado con éxito en
Mali.
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