“Que Dios Todopoderoso bendiga a los amigos de la
Fundación Polaris World”, tiene todas las trazas de ser una bendición
musulmana, bien que nos la haya remitido el padre Leon Douyon, el párroco de
Pel, en el país dogón de Mali, donde el Pozo Aldaba, esto es bien español,
puesto que es el nombre elegido por los benefactores y amigos de Cartagena,
quienes lo han financiado en su totalidad. Que la bendición, musulmano
cristiana sea, sobre todo, para ellos.
El proyecto que arrancaba el seis de diciembre, llegaba a buen puerto el pasado 6 de febrero. Dos meses
exactos, durante los que se ha excavado, estamos en plena llanura arenosa
subsahariana, hasta 45
metros . Al encontrar la capa freática relativamente
pronto, el pozo, incluso en esta época en la que ya empieza a apretar la
sequía, hasta que llueva a principios de verano, dispone de 7 metros de agua: un
auténtico lujo. Más aún si se considera que tras el hundimiento del pozo
tradicional, hace unos meses, carente de cualquier estructura de anillado en
hormigón, los habitantes, principalmente mujeres y niños, tenían que
desplazarse una decena de kilómetros hasta las aldeas vecinas, para encontrar
el agua.
No es de extrañar, pues, el inenarrable gozo que han
mostrado los 2.600 habitantes del pueblo de “La Nueva Luna”, tal es el
significado de Okana en la parla nativa, al encontrar agua, tan pronto y en
abundancia. Durante los trabajos que han costado 11.947 euros, aportados en su
totalidad por los amigos cartageneros, los aldeanos han colaborado, como es
tradicional, alojando al equipo de poceros, ofreciéndoles la comida y
acarreando arena –aún en pleno desierto la arena hay que traerla de
determinados sitios donde posee mayor calidad para la construcción- para que el
pozo tenga, como se ve en las imágenes, un brocal de protección. De esta
manera, las inmundicias de los animales, a quienes de todos modos se les
reserva un pequeño aljibe, en caso de excedentes, no terminen por caer en el
mismo pozo, con los problemas sanitarios que eso produce. Ironías del destino,
para amasar el cemento se han visto obligados a buscar el agua a unos 8 kilómetros , en una
aldea vecina.Aldaba, un bonito nombre desarrollado, de principio a fin, bajo el signo de la generosidad y la colaboración, como muestra la colección de imágenes, a través de las cuales, puedes seguir esta historia.
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