A principios de septiembre, para nuestra campaña de difusión
de la venta de la tradicional lotería navideña usamos una imagen del Centro de
Salud Comunitario de Soroli. Entonces, la imagen había sido tomada a mediados
del verano, las paredes estaban levantadas a media altura. En ellas se apoyaban
los tradicionales andamios de madera que los albañiles estaban usando para
terminar de levantar la estructura.
Hace unos días, nos han llegado las imágenes de los tres edificios terminados. Como viene siendo habitual, siguiendo un modelo
recomendado por el ministerio de Sanidad del país, las instalaciones constan de
un edificio destinado exclusivamente a maternidad y donde las madres tienen una
cierta intimidad. Otro edificio, completamente separado, se dedica a las
consultas médicas con un pequeño despacho, además de un pequeño espacio para
almacenar los medicamentos, por lo general casi inexistentes o muy escasos.
Finalmente, la tercera parte de las instalaciones, un poco más alejada está
constituida por las letrinas. Apenas las paredes, el techo, el llamado servicio
turco y un somero desagüe para alejar los excrementos de las propias letrinas.
A notar, en el caso de las letrinas, la curiosa escalinata de ascenso, a fin de
permitir el desagüe por gravedad, así como las puertas verdes. Por alguna
extraña razón, pintadas –quizá por carencias de otros colores- en idéntico
verde oliva claro que las paredes del dispensario.
Con el dispensario de Soroli, se trata de la séptima vez,
todas ellas en el país dogón, noroeste del país, que la Fundación Polaris World
repite el mismo modelo de edificio, poniendo especial atención a preservar el
medio ambiente –aún dentro de las limitaciones de recursos disponibles- con un
cuidado especial en la arquitectura y los materiales usados. En este caso la
piedra lugareña, una especie de granito bicolor que los propios habitantes
tallan “in situ”, como parte de su contribución a la obra.
La obra, pues ha sido terminada con notable celeridad, pese a
que entre junio y septiembre, época de lluvias, los trabajos se ralentizaron.
De hecho, las imágenes más recientes muestran un arbolado bien verde. Ahora
concierne a los propios aldeanos gestionar y mantener el flamante edificio en
las mejores condiciones posibles. Aunque esto quizá no sea lo más importante.
Más esencial es incorporarse al frágil sistema sanitario de la comarca. Los
usuarios de los servicios que se presten pagarán una pequeña cuota con que
financiar un enfermero para la asistencia más primaria. Al mismo tiempo, el
partido judicial (en este caso Bandiagara) y la maltrecha organización
sanitaria estatal asumen la itinerancia de un médico, cuyos horarios y
asistencia no son del todo previsibles. En cualquier caso, los habitantes de
Soroli, los de “no te vendo mi parcela, permanezcamos juntos” tendrán, a partir
de ahora, un centro de salud, modesto, pero digno, reuniendo unas condiciones
mínimas para que las parturientas puedan dar a luz en un medio higiénico –no en
la cuadra, entre los animales, de sus hogares- y los cuidados de primera
necesidad sean eficaces y… existentes.
Así, que efectivamente, los 15.000 euros que,
aproximadamente, se han vendido de la Lotería de Navidad –aún hay
disponibilidad: 1 décimo vale 25 euros, yendo 5 para el Centro de Salud
Comunitario de Soroli- ya forman parte del “gordo” con el que han sido
agraciados los habitantes de la aldea. La Fundación Polaris World, como
previsto, complementará los fondos necesarios para pagar a los albañiles y el
material empleado, según el compromiso adquirido, esto es, 36.000 euros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario