En noviembre de 2012 nos hacíamos eco del proyecto para ampliar la Sala de Informática en Bandiagara
(noreste de Mali). En realidad se trataba no sólo de ampliar el equipamiento
(impresora, escáner), ya que existían como una decena de ordenadores, cuyas
condiciones de mantenimiento no eran las más adecuadas, pese al empeño que
habían puesto en hacerlo Pascual Kapilimba Imani, el párroco, y Jacques Guindo,
el responsable directo de la sala. Se trataba de rehacer todo el proyecto
impulsado hace unos años desde la propia parroquia y que había contado con el
apoyo inicial de una ONG francesa.
Desde un primer momento, la
Fundación Polaris World –que en este caso se ha limitado a asumir los costos de
logística y de interlocución con los destinatarios finales- conto con el
entusiasta y experto apoyo de la ONG sevillana Red Integral Solidaria, siendo
el objetivo final dotar a la sala informática de una quincena de ordenadores,
además de otros accesorios, incluido un proyector para facilitar la enseñanza
conjunta de los alumnos. Red Integral Solidaria, integrada entre otros por un
grupo de profesionales de la informática, se encargó de conseguir el
equipamiento, no sólo los ordenadores y resto de material, sino –y no menos
importante- de configurar los sistemas operativos, en francés, antivirus y
programas de uso libre. Un buen ejemplo de que a diferencia de lo que ocurre en
ciertas ocasiones no se usa África como basurero de material de desecho
occidental, informático y de otro tipo, antes bien, los equipos podrían haber
sido perfectamente utilizables en España.
La Sala de Informática de Bandiagara fue construida hace un par de años con el objetivo de responder a la
necesidad, cada vez más urgente y necesaria, de la juventud local, para un aprendizaje elemental de los programas de
ofimática, además de disponer de acceso a Internet. La demanda es masiva. Con
los 10 ordenadores. Que mal que bien funcionaban, se impartían cursos, en dos
grupos diferentes, para hasta 60 alumnos. A veces un ordenador era compartido
por tres o cuatro jóvenes. Los nuevos ordenadores y el proyector servirán, sin
duda, para facilitar la enseñanza y el aprendizaje.
La enseñanza no tiene
ninguna limitación por cuestiones de religión, la mayoría de los alumnos son
animistas o musulmanes, ni de etnia, en su mayoría son dogones, con una minoría
“peulh” (pastores trashumantes que comienzan a llevar vida sedentaria en la
comarca). A los cursos, aparte de los alumnos de la escuela privada de la
parroquia, acuden los de las dos escuelas públicas de la ciudad, los del
instituto de bachillerato y los adultos que manifiestan deseos por aprender informática.
Existe un enorme interés entre los jóvenes para acceder al mundo de las nuevas tecnologías
de la información y de la comunicación.
Para muchos de ellos, los
conocimientos básicos en ofimática que se imparten en el centro pueden
constituir una buena herramienta para acceder a un puesto de trabajo técnico en
el caso, muy común, de que emigren a Bamako, la capital del país. La viabilidad
del proyecto está garantizada por el gran número de jóvenes que quieren
aprender. Como todo aprendizaje pide un esfuerzo, a los beneficiarios de la formación
se les pedirá una pequeña cantidad de dinero con el propósito de asumir el
mantenimiento del material informático y el salario de los formadores. La parroquia
–cuya credibilidad en materia de gestión está más que probada- se encargara de
la gestión.
Así pues, los más de treinta
bultos que partieron de Sevilla en junio, salieron del puerto de Cartagena en
julio, estuvieron parados por la aduana y su laberíntica burocracia en Bamako
durante todo el verano, lo que propició que la idea de los responsables de Red
Integral Solidaria, generosamente desplazados ellos mismos hasta Mali para
finalizar la instalación, no fuera, desgraciadamente, posible. Finalmente, gracias
a los desvelos de nuestro buen amigo Abel, que durante tres meses, cada jueves
se encargaba de enviar un par de paquetes en el autobús de línea que cubre la
ruta entre Bamako y Bandiagara (750 kilómetros), han encontrado por fin su
destino y, más importante, sus destinatarios.
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