En Olguiné, a partir
del mes de abril, el único pozo (un aljibe que ha recogido el agua de la
lluvia) se seca y las mujeres se ven obligadas a buscar el agua, excavando en
el cauce arenoso y seco del río. Esta agua, que resulta complicado de obtener,
es –además- de pésima calidad, llena de arena, carente de toda higiene, pues
también los animales se acercan para abrevar en esas charcas. Esas pozas tienen entre 3 y 6 metros de
profundidad. Tanto el aljibe como las pozas se encuentran a unos tres
kilómetros de la aldea. Las mujeres que van a buscar el agua tienen que
atravesar un terreno rocoso, pleno de dificultades.
A fin de paliar
estas dificultades, el ayuntamiento al que pertenece la aldea ha pedido la
ayuda de la Fundación Polaris World, en cuya última reunión del Patronato,
celebrada en enero, se acordó financiar la obra por valor de 20.878 euros. Por
su parte, los aldeanos colaborarán en el trabajo de apoyo a los poceros, además
de, según es costumbre local, correrán con la manutención y alojamiento durante los tres meses que está
previsto dure la obra.
El pozo nuevo,
excavado en roca, con una profundidad aproximada de 30 metros, estará situado
entre 300 y 500 metros de las viviendas, con lo cual estaría mucho más cerca
que las pozas, además de disponer de agua abundante y de calidad, si el
proyecto finaliza con éxito.
Los beneficiarios serán unas 1.035 personas a las que habría que sumar los rebaños de bueyes,
cabras y ovejas. Según la tradición oral contada por Pebèlou Guindo, el jefe de
la aldea, el pueblo fue fundado por una mujer. La mujer cometió una falta grave
contra las costumbres locales y tenía que ser sacrificada para satisfacer a la
divinidad en razón de los fetiches. Temerosa de recibir la pena máxima, se fue
a refugiar en la sabana, detrás de unas rocas y unos arbustos (se pueden ver en
las imágenes, ya que el lugar donde se refugió se considera sagrado por los
descendientes actuales). Estuvo viviendo sóla en ese lugar hasta que sus
hermanos la encontraron. La protegieron y junto con ella se instalaron en este
lugar que han denominado Olguiné (Casa de Campo).
El pueblo se
sustenta, mera supervivencia, con algo de agricultura, dispone de una balsa que
recoge el agua de lluvia, la cual también se seca a partir de enero, con lo
cual el cultivo de las verduras (cebolletas, principalmente) llega a su fin.
Olguiné, los
habitantes son muy solidarios, es uno de los pueblos, cada vez escasean más,
donde los trabajos en el campo todavía se hacen de manera colectiva: cultivo,
cosecha, talla de piedras para la construcción, etc. Además la aldea está muy
bien organizada: existe un banco de cereales, una banca del pueblo que otorga mini
préstamos y una escuela.
Olguiné, como el
resto de la región donde la Fundación Polaris World lleva a cabo su labor desde
hace cuatro años, se localiza en una zona muy árida, al este de Mali, cerca de
la frontera con Burkina Faso. La pluviometría, muy escasa, no más allá de los
300 ml. representa el principal problema, pues además de escasa queda
concentrada en la época de lluvias (junio a septiembre). Durante el resto del
año el calor es abrasador, combinado, ocasionalmente con importantes tormentas
de arena, lo que hacen del medio un contexto muy hostil donde la desertización
crece a pasos agigantados: se trata de una de las regiones habitadas más
ásperas del desierto del Sahara
Las etnias
principales son dos, la cohabitación no siempre es fácil, al ser una de ellas,
los peulh, trashumantes y recorren la
zona con sus rebaños motivando disputas por los derechos de pasto y acceso al
agua. No obstante existe una armonía general entre la población. Esta región
cercana a los recientes combates entre fuerzas de intervención extranjeras
contra extremistas islámicos y rebeldes tuareg ha quedado muy debilitada porque
el turismo existente en la zona, especialmente el vecino acantilado de
Bandiagara, ha desaparecido en la práctica, por problemas de seguridad.
El objetivo
principal del proyecto es mejorar las condiciones sanitarias de la aldea,
estando entre los principales objetivos: mejora de las condiciones
sanitarias mediante la dotación de agua potable, disminución de las
enfermedades intestinales, debidos al consumo del agua insalubre, reducir el
tiempo que las mujeres dedican a la búsqueda del agua y permitir, si posible,
disponer de agua sobrante para los animales.
La aldea creará el Comité de Gestión del Agua, coordinado por el anciano de la misma, que se encarga de que la
ejecución cotidiana del proyecto se lleve a cabo en los plazos y con la
financiación prevista. Una vez terminada la obra, el Comité se responsabilizará
del mantenimiento, reparación y limpieza del pozo.
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