sábado, 15 de febrero de 2014

POZO DE SUPERVIVENCIA PARA LA CASA DE CAMPO DESÉRTICA EN OLGUINÉ (MALI)

En Olguiné, a partir del mes de abril, el único pozo (un aljibe que ha recogido el agua de la lluvia) se seca y las mujeres se ven obligadas a buscar el agua, excavando en el cauce arenoso y seco del río. Esta agua, que resulta complicado de obtener, es –además- de pésima calidad, llena de arena, carente de toda higiene, pues también los animales se acercan para abrevar en esas charcas.  Esas pozas tienen entre 3 y 6 metros de profundidad. Tanto el aljibe como las pozas se encuentran a unos tres kilómetros de la aldea. Las mujeres que van a buscar el agua tienen que atravesar un terreno rocoso, pleno de dificultades.

A fin de paliar estas dificultades, el ayuntamiento al que pertenece la aldea ha pedido la ayuda de la Fundación Polaris World, en cuya última reunión del Patronato, celebrada en enero, se acordó financiar la obra por valor de 20.878 euros. Por su parte, los aldeanos colaborarán en el trabajo de apoyo a los poceros, además de, según es costumbre local, correrán con la manutención  y alojamiento durante los tres meses que está previsto dure la obra.

El pozo nuevo, excavado en roca, con una profundidad aproximada de 30 metros, estará situado entre 300 y 500 metros de las viviendas, con lo cual estaría mucho más cerca que las pozas, además de disponer de agua abundante y de calidad, si el proyecto finaliza con éxito.

Los beneficiarios serán unas 1.035 personas a las que habría que sumar los rebaños de bueyes, cabras y ovejas. Según la tradición oral contada por Pebèlou Guindo, el jefe de la aldea, el pueblo fue fundado por una mujer. La mujer cometió una falta grave contra las costumbres locales y tenía que ser sacrificada para satisfacer a la divinidad en razón de los fetiches. Temerosa de recibir la pena máxima, se fue a refugiar en la sabana, detrás de unas rocas y unos arbustos (se pueden ver en las imágenes, ya que el lugar donde se refugió se considera sagrado por los descendientes actuales). Estuvo viviendo sóla en ese lugar hasta que sus hermanos la encontraron. La protegieron y junto con ella se instalaron en este lugar que han denominado Olguiné (Casa de Campo).

El pueblo se sustenta, mera supervivencia, con algo de agricultura, dispone de una balsa que recoge el agua de lluvia, la cual también se seca a partir de enero, con lo cual el cultivo de las verduras (cebolletas, principalmente) llega a su fin.

Olguiné, los habitantes son muy solidarios, es uno de los pueblos, cada vez escasean más, donde los trabajos en el campo todavía se hacen de manera colectiva: cultivo, cosecha, talla de piedras para la construcción, etc. Además la aldea está muy bien organizada: existe un banco de cereales, una banca del pueblo que otorga mini préstamos y una escuela.


Olguiné, como el resto de la región donde la Fundación Polaris World lleva a cabo su labor desde hace cuatro años, se localiza en una zona muy árida, al este de Mali, cerca de la frontera con Burkina Faso. La pluviometría, muy escasa, no más allá de los 300 ml. representa el principal problema, pues además de escasa queda concentrada en la época de lluvias (junio a septiembre). Durante el resto del año el calor es abrasador, combinado, ocasionalmente con importantes tormentas de arena, lo que hacen del medio un contexto muy hostil donde la desertización crece a pasos agigantados: se trata de una de las regiones habitadas más ásperas del desierto del Sahara

Las etnias principales son dos, la cohabitación no siempre es fácil, al ser una de ellas, los peulh, trashumantes y recorren la zona con sus rebaños motivando disputas por los derechos de pasto y acceso al agua. No obstante existe una armonía general entre la población. Esta región cercana a los recientes combates entre fuerzas de intervención extranjeras contra extremistas islámicos y rebeldes tuareg ha quedado muy debilitada porque el turismo existente en la zona, especialmente el vecino acantilado de Bandiagara, ha desaparecido en la práctica, por problemas de seguridad.

El objetivo principal del proyecto es mejorar las condiciones sanitarias de la aldea, estando entre los principales objetivos: mejora de las condiciones sanitarias mediante la dotación de agua potable, disminución de las enfermedades intestinales, debidos al consumo del agua insalubre, reducir el tiempo que las mujeres dedican a la búsqueda del agua y permitir, si posible, disponer de agua sobrante para los animales.

La aldea creará el Comité de Gestión del Agua, coordinado por el anciano de la misma, que se encarga de que la ejecución cotidiana del proyecto se lleve a cabo en los plazos y con la financiación prevista. Una vez terminada la obra, el Comité se responsabilizará del mantenimiento, reparación y limpieza del pozo.


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