domingo, 18 de noviembre de 2012

DESDE LOS DOLORES DE CARTAGENA AGUA PARA LA NUEVA LUNA EN MALI

Habitantes de Okana, delante del pozo tradicional

La aldea de la Nueva Luna (Okana), en plena llanura dogón del África subsahariana, en Mali, está separada de Los Dolores, en Cartagena, por 4.938 kilómetros, si se toma la carretera de la costa por Senegal y Marruecos. Estaba, más bien. Porque desde esta misma semana, el interés de un pequeño grupo de empresarios dolorenses hará posible que las distancias se acorten notablemente, una vez que finalice la excavación del pozo de subsistencia que han financiado en un rincón perdido del Sáhara. Lo mismo que acortarán su camino las mujeres y niños que hasta la fecha están recorriendo una quincena de kilómetros para buscar el agua en las aldeas vecinas.

El pueblo de Okana, incardinado en la parroquia de Pel, pueblo más grande situado a 30 kilómetros, a través de cuyo grupo de poceros se realizará la obra que comenzará esta semana y terminará en unos tres meses, pertenece a la alcaldía de Dougotoné II, muy cerca de la frontera de Burkina Faso. Los habitantes de Okana provienen del cercano acantilado de Bandiagara, donde debido a la inexistencia de tierras para cultivar, se vieron obligados a descender a la llanura arenosa, donde, sí, hay tierras, pero apenas si hay agua. El nombre otorgado al nuevo asentamiento, cuya traducción, en el imaginativo lenguaje local, significa la Nueva Luna, quiere señalar que las nuevas generaciones de la aldea se propusieron entonces vivir unidas y en una solidaridad inquebrantable, según cuentan los ancianos del lugar.

Las etnias principales son los dogones (sedentarios) y los peulh (pastores nómadas). El pueblo nunca ha tenido, desde su fundación, ningún pozo fiable, excepto uno de tipo tradicional: en realidad un aljibe. Recoge el agua de lluvia, pero una vez entrada la época seca, los habitantes, principalmente mujeres y niños, deben desplazarse a las aldeas vecinas para recoger agua. Esto, a veces, crea disputas agrias con los otros pueblos que, ciertamente, tampoco poseen abundancia de agua. Se dan casos, en determinadas épocas, donde las mujeres (los hombres jamás realizan esta tarea) tienen que pasar más de 7 horas por jornada a la búsqueda del agua, con desplazamientos a otras aldeas vecinas, a unos 10 o 15 kilómetros de distancia.

La excavación del pozo, de unos 45 metros de profundidad, financiado por el grupo de amigos dolorenses, beneficiará a numerosas personas, tanto a los habitantes sedentarios de las aldeas, como a las familias trashumantes de ganaderos, además de a otras poblaciones vecinas. Sin olvidarse de que el excedente de agua significará un alivio para la cabaña animal, bovina mayormente, y que constituye el segundo medio de subsistencia tras la agricultura, Los trabajos serán ejecutados por el equipo de “Proyectos de pozos Pel/Segué”, que está instalado en Pel, bajo la coordinación de Cáritas Diocesana de Mali, sede de Mopti. Hasta el momento, los trabajos que la Fundación ha llevado a cabo con este experimentado equipo se han desarrollado a la perfección. Nunca han surgido problemas con estos poceros habiéndose obtenido un 100% de eficacia en la decena de pozos que la Fundación Polaris ha ejecutado hasta el presente. Como beneficio adicional, cabe señalar que el trabajo remunerado de los poceros permite la subsistencia de media docena de familias.


El clima es de tipo subsahariano, caracterizado por una estación seca bastante larga y una estación lluviosa de unos tres o cuatro meses (de junio a septiembre). La pluviometría es muy variable, aunque se advierte que cada año es menor. Así, en el último decenio en el partido judicial de Koro, donde están asentadas las poblaciones, el mínimo algunos años se ha situado en 156 mm. Mientras el máximo ha podido alcanzar, aunque han sido años muy raros,  los 848 mm. El problema es que desde septiembre hasta junio no llueve absolutamente nada y la sequía causa unos efectos devastadores. Los beneficiarios directos serán los 2.600 habitantes que, según el último censo, habitan en la zona donde se construirá el pozo. Y los indirectos, todos habitantes de las diferentes pedanías y asentamientos localizados en la comarca, así como un gran número de peulhs, los pastores trashumantes que van y vienen por el desierto según las estaciones de lluvias y la abundancia de pastos.

Los benefactores dolorenses aportarán la totalidad de la financiación del pozo: 11.947 euros, mientras que los habitantes de Okana aportarán su trabajo en especies así como el alojamiento y manutención de los poceros durante los tres meses previstos para las obras. La Fundación Polaris se encarga de los trámites bancarios y de coordinar todo el proyecto para que llegue a buen puerto. Para ser exactos, a buen agua.

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