Como toda actividad comunitaria llevada a cabo entre
los dogones, la etnia mayoritaria a Okana (Nueva Luna) se comienza por una
ceremonia donde se mezclan los aspectos civiles y religiosos y en la que
participan todos los habitantes del pueblo. En este caso, la ceremonia
comunitaria es la señalización para la excavación de un pozo, trabajo
coordinado por la Fundación Polaris World, denominado de “gran diámetro”,
financiado en su totalidad (unos 11.000 euros) por un grupo de amigos de Los
Dolores, en Cartagena.
Como se puede observar en las imágenes llegadas recientemente, los más ancianos del lugar discuten y debaten, sentados en torno
a un árbol, el lugar ideal para la excavación del pozo. No sin que antes el
zahorí, en muchas ocasiones coincide con la persona de más edad, haya indicado
el lugar que él considera más propicio para encontrar agua. Así pues, la
elección del punto exacto para iniciar la obra se apoya tanto en la experiencia
de la edad, como en la invocación a los espíritus protectores, que en la
religión animista dogón conforman un panteón notablemente complejo. En este
caso, el punto elegido se sitúa muy cerca del antiguo pozo tradicional (por
contraposición al pozo de “gran diámetro”), fácilmente distinguible por el arco
que forman unas gruesas ramas de árbol nudosas y curvas que, dada la poca
profundidad, es en realidad un aljibe para recoger el agua en la época de
lluvias.
En cualquier caso, es evidente, que la certeza no es
total, aunque hasta el presente, por fortuna, los pozos ejecutados por la
Fundación Polaris, una veintena en los últimos dos años, se han saldado con un
porcentaje de aciertos del 100%. Bien los chamanes han sido muy receptivos a la
inspiración divina, bien la experiencia de los ancianos en las diversas aldeas
ha resultado imbatible. O quizá ambas cosas a la vez.
Impetrado, acordado, elegido el sitio –según los
poceros, formado por un pequeño grupo de profesionales que se encargan de la
excavación en sí, una vez que la gente local ha señalado el dónde- calculan, y
raramente se equivocan, encontrar agua en torno a los 45 metros de profundidad.
Si todo va bien, anillarán con cemento armado los primeros metros, para que no
se derrumbe, dado que el terreno es muy arenoso y protegerán la abertura con un
brocal de un metro, dotado de una polea para extraer el agua.
Pero antes de que los poceros profesionales empiecen
a excavar realmente, los habitantes de la aldea se arremolinan alrededor del
sitio elegido. En un círculo casi perfecto, trazado con una azada, se suceden
el chamán (ogón), la persona más anciana de la aldea y el responsable
municipal, que ejerce las funciones de alcalde. Normalmente, como es el caso y
se puede apreciar por las imágenes, ahora están en la estación seca, no volverá
a llover hasta junio, ni una sóla gota. Previsiblemente, si todo va bien, antes
de que acabe el período de sequía, en un par de lunas nuevas, Okana dispondrá de un pozo en condiciones. Sólo quedará, entonces, que el grupo de amigos de
Los Dolores decida qué nombre otorgar al pozo. Aunque casi se podría adivinar…
El círculo en la arena está marcado. ¡A excavar!
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